MONTORO: ¡Montoreña dame a beber tu celo!...

¡Montoreña dame a beber tu celo!
Y escánciame de tus labios
el ardor sensual de tu cuerpo
que con tanto ardor anhelo.
Tus nimbos van rasgando la seda
y con detenimiento observo,
como se deslizan tus atuendos
sobre tu vientre bruñido y luengo.
Manantiales de pasión y lujuria
por los pliegues de tu lecho escapan,
como lenguas de hielo y fuego
que me abrasan las entrañas.
La luna de plata en los cristales
se refleja como cimitarras,
guardando tus dones virginales
como un tesoro que aguarda.
Lechos concupiscentes dormidos,
¡Despertad, que viene el alba!
Que mi cuerpo mortecino espera
esos efluvios que me abrasan.
Entre tus salientes yo buscaba
el máximo sumo de los rituales,
y mis manos suaves y cálidas
fueron a posarse en tu vientre
como un buqué de rosas blancas.
Hay pasiones dormidas en tu cuerpo
que aletean el alba de los cisnes,
la noche los ha ido forjando,
allá, donde mueren mis límites.
A tu lado suavemente voy flotando
juntos sin tregua y sin reposo,
con una inexorable y dulce melodía
hacia tus sueños hermosos.
¡Despierta mujer despierta!
Que mi sentido se nubla en tu dosel
y este amor que por ti siento,
se deshace en mi largo amanecer.