¡AY MONTORO LEJANO!
En sueños me dices que me aguarda tu magia
que me aguardan tus calles, tu río, tu sierra.
¡Ay Montoro lejano!, gracias por darme tanto,
por tu risa enmudecida, por tu palabra callada.
Gracias por tu recuerdo que me acompaña,
tímido, silencioso y seguro como el alma del agua.
Por decirme cada noche de amarguras absurdas,
que el dintel luminoso de tu puerta me aguarda.
Volveré, tú lo sabes. No es posible apartarse
por más tiempo del ámbito de las cosas amadas.
Voy hacia ti en sueños, sin saber el camino,
pero me guío por la luz implacable de tu morada.
Volveré a ti y hablaremos de tiempos pasados,
en tu plaza monumental, la estatua de Ceres
me tenderá inmensamente su mirada de bronce,
sobre la historia apacible, de cenizas doradas.
En sueños me dices que me aguarda tu magia
que me aguardan tus calles, tu río, tu sierra.
¡Ay Montoro lejano!, gracias por darme tanto,
por tu risa enmudecida, por tu palabra callada.
Gracias por tu recuerdo que me acompaña,
tímido, silencioso y seguro como el alma del agua.
Por decirme cada noche de amarguras absurdas,
que el dintel luminoso de tu puerta me aguarda.
Volveré, tú lo sabes. No es posible apartarse
por más tiempo del ámbito de las cosas amadas.
Voy hacia ti en sueños, sin saber el camino,
pero me guío por la luz implacable de tu morada.
Volveré a ti y hablaremos de tiempos pasados,
en tu plaza monumental, la estatua de Ceres
me tenderá inmensamente su mirada de bronce,
sobre la historia apacible, de cenizas doradas.