AMORES ENTRE OLIVOS
Ya llegan los vareadores
con las claritas del día,
las fanegueras cantando
fandanguillos y alegrías;
entre los olivos verdes
hay amantes escondios,
la hija del manijero
y el hijo del señorito,
que se han enamorado
en la orillita del río.
En la campiña y la sierra
los olivos caen prendios,
de aceitunas charoladas
por la escarcha y el rocío.
En la rama de un olivo
en su rugosa corteza,
hay grabado un corazón
junto a tu nombre y el mío.
¡Ay linda, rama de amor,
que sentirá el hierro frío!.
Ya empiezan a varear
las ramas de mis amigos,
bombardeo de aceitunas
cayendo sobre el rocío;
mientras manos doloridas
llenas de llagas del frío,
las recogen una a una
quedando el sitio vacío.
Van llegando las espuertas
rebosantes de aceitunas
a pasarlas por la criba
y no quede hoja ninguna.
Contentos van los arrieros
con sus burros bien cargaos,
y una vara en la cintura
para con ella arrearlos.
Ya va llegando la noche
y se van para el cortijo,
con los cuerpos bien cansaos
por el trabajo y el frío.
Una navaja en la mano
en la otra pan y tocino,
se sientan junto a la lumbre
a saciar el apetito.
Con los estómagos llenos,
si las cuentas han salido...
se cantan unos fandangos
y a dormir como benditos
Mientras tanto en el pajar
las mozas y los mocitos,
viven amores tempranos
fraguados en los cortijos.
Así los aceituneros
son tan galanes y altivos.
Ya llegan los vareadores
con las claritas del día,
las fanegueras cantando
fandanguillos y alegrías;
entre los olivos verdes
hay amantes escondios,
la hija del manijero
y el hijo del señorito,
que se han enamorado
en la orillita del río.
En la campiña y la sierra
los olivos caen prendios,
de aceitunas charoladas
por la escarcha y el rocío.
En la rama de un olivo
en su rugosa corteza,
hay grabado un corazón
junto a tu nombre y el mío.
¡Ay linda, rama de amor,
que sentirá el hierro frío!.
Ya empiezan a varear
las ramas de mis amigos,
bombardeo de aceitunas
cayendo sobre el rocío;
mientras manos doloridas
llenas de llagas del frío,
las recogen una a una
quedando el sitio vacío.
Van llegando las espuertas
rebosantes de aceitunas
a pasarlas por la criba
y no quede hoja ninguna.
Contentos van los arrieros
con sus burros bien cargaos,
y una vara en la cintura
para con ella arrearlos.
Ya va llegando la noche
y se van para el cortijo,
con los cuerpos bien cansaos
por el trabajo y el frío.
Una navaja en la mano
en la otra pan y tocino,
se sientan junto a la lumbre
a saciar el apetito.
Con los estómagos llenos,
si las cuentas han salido...
se cantan unos fandangos
y a dormir como benditos
Mientras tanto en el pajar
las mozas y los mocitos,
viven amores tempranos
fraguados en los cortijos.
Así los aceituneros
son tan galanes y altivos.