Hay pruebas de un asentamiento
romano en la ciudad por los restos encontrados como monedas o lápidas. Según algunos historiadores, este
pueblo cordobés pudo muy bien haber sido la antigua Meruera mencionada por Plinio. Los árabes reedificaron la fortaleza que después de ser conquistada por Fernando III pasó por varias manos hasta acabar en las de don Gonzalo Fernández de
Córdoba que lo incorporó al estado de Aguilar. Por su aportación humana a la batalla del Salado, recibió de Alfonso XI el privilegio de libre peaje para todos los
caminos de Castilla y el dictado de Lealtad. En el año 1455 se pobló
Monturque. En la guerra de Sucesión fue leal a Felipe V, por lo que el rey le concedió el título de Fiel. También se dintinguió mucho en las guerrillas cordobesas contra los franceses.
Por los restos de época
romana localizados hasta el momento en Monturque y su entorno se asentó un poblado fortificado ibérico cuyo desarrollo posterior aparece ligado al proceso de romanización
En 1558 tenía 248 vecinos, lo que supone un aumento considerable con respecto a los 161 vecinos de 1530. Tales cifras vienen a poner de manifiesto que la villa de Monturque vivió a lo largo de una buena parte del siglo XVI un importante proceso de expansión demográfica. En esta época debió construirse la
iglesia parroquial de
San Mateo. Esta expansión demográfica se vio cortada a lo largo de la centuria siguiente, en la que una profunda crisis se tradujo en una drástica reducción del vecindario
Durante la Dictadura de Primo de Rivera, Monturque vivió una etapa de cierto crecimiento demográfico, ya que pasó de los 2000 habitantes de 1923 a los 2210 en 1930. En lo que a la vida política se refiere, un dato la caracteriza: la inestabilidad, ya que en seis años se suceden al frente del municipio varios alcaldes, ninguno de los cuales llega a disfrutar del tiempo necesario para marcar con su impronta la vida municipal. También tuvieron lugar algunos enfrentamientos entre las autoridades municipales, inusuales en el panorama político del momento