Los primeros datos sobre el nacimiento de
Pedroche los encontramos en la Prehistoria, dada la presencia de sepulcros megalíticos encontrados en diferentes puntos de su término municipal.
El manantial que derramó su caudal humano por El
Valle, conserva escasas noticias de la enorme fortaleza sobre la que giró gran parte de la vida de sus habitantes. Los árabes la llaman Bitraws, Bitraús y Betrus-Hins, que al latinizarse por los conquistadores, se vuelve en Petrujis, Petroch o Pedroc, siempre con significado de
piedra, constitución predominante de su suelo.
Se le atribuye una
antigüedad que se fija en el año 2263 a. C. Su
castillo debió de ser suntuoso y se cuenta que, en su recinto, podían recogerse innumerables fuerzas con todo el avituallamiento propio de un
ejército.
A medida que el asentamiento colonizador provocado por la Reconquista, la puebla de castellanos, leoneses, gallegos y quizá vascos, la fortaleza y poblado de Pedroche van perdiendo importancia. Su población se diluye, formando nuevos poblados que han de alcanzar con el tiempo gran valor agrícola y ganadero en Fash al-Ballut, el Valle de las Bellotas.
La conquistaron los árabes en el año 1155, perdida más tarde y vuelta a conquistar en 1212. Será el siglo XV el momento en que Pedroche disfrutará de su mayor esplendor, coincidiendo con la construcción de sus
monumentos más relevantes. Muy al contrario, los siglos posteriores se caracterizan por el decaimiento social y político, que se cebará sobre la población de Pedroche hasta el último cuarto del siglo XIX, tiempos en los que la economía local se basa en una incipiente industria agrícola y en la existencia de varios telares para la confección de lienzos y colchas.
La demolición del castillo, símbolo de su poderío, nos la refiere un autor de esta manera: "En 1472, don Gonzalo de Mexía, señor de
Santa Eufemia, logró apoderarse de Pedroche. Requerido por la ciudad de
Córdoba para que lo abandonase, no quiso obedecer, por lo que el concejo de ésta, salió con su
pendón y fuerzas armadas a recobrar la villa. Sabedores los Reyes Católicos de las luchas que mantenían los nobles cordobeses por la ocupación de algunas
plazas y fortalezas, se reunieron con ellos en Córdoba el 12 de septiembre de 1478. Allí prestaron pleito
homenaje, don Alfonso de Aguilar, el Conde de
Cabra y otros muchos nobles y, juntos a una, devolver a Córdoba lo usurpado. En virtud de ello, los Reyes tomaron posesión de las fortalezas de Bujalance, Montoro, Pedroche y otras, en donde pusieron alcaides de su confianza, ordenando poco después la demolición del castillo, del que no queda otro vestigio que los restos de un hermoso aljibe que tenía
agua todo el año.
PEDROCHE: v. con ayunt. en la prov. y dióc de Córdoba (13 leg.), part. jud. de
Pozoblanco (1), aud. terr. y c. g. de
Sevilla (35). SIT. en una colina; le combaten todos los vientos; el CLIMA es muy vario, y las enfermedades más comunes tercianas, pulmonías y dolores reumáticos. Se compone de 358
CASAS, 20
calles y 2 plazas; tiene
casa consistorial, pósito y cárcel; una cátedra de latinidad, cuya dotación consiste en 500 rs., de los que rinde 300 una capellanía fundada por el ob. D. Fr. Juan de los
Barrios; una
escuela de primeras letras con la dotación de 1,100 rs. anuales; otra para niñas dotada desde 1760 por orden del ob. D. Martin de Barcia con la renta de un ant. beaterío, en que se recibían 3 mujeres pobres con la obligación de acompañar el Viático cuando salía para los enfermos; y un
hospital nombrado de la Caridad, en muy mal estado a causa de las cortas rent. que disfruta. Hay una igl. parr. (la Transfiguración del Señor) servida por 2 curas párrocos; un conv. de religiosos en los afueras con el título de Ntra. Sra. del Socorro; otro de religiosas dedicado a la Concepción de Ntra. Sra., existiendo ademas las
ermitas de Santa Lucía, Santa Marta y Ntra. Sra. del Castillo dentro de la pobl., y fuera de ella las de
San Gregorio, Sta. Bárbara, San Sebastián y el
santuario de Nuestra Señora de
Piedras Santas, patrona de la villa. Finalmente, en sus inmediaciones se hallan varias
fuentes de las cuales se surte el vecindario. Confina el TÉRM. por el N. con
Torrecampo; E.
Villanueva de Córdoba; S. la dehesa de la Jara, y O. Pozoblanco. El TERRENO común a las 7 villas de los Pedroches, es pedregoso y en general de mediana calidad, encontrándose en los contornos de la población cuarzos de varios olores y piedra de grano en abundancia, de la que se llevó mucha para las obras de Almadén por los años de 1780. A 1/4 de leg. de la v., en el sitio llamado los Almadenes, se hallan también vestigios de
minas segun lo indica su nombre, como asimismo en la deh. del Bramadero, dist. 1/2 leg. al NE. Por sus inmediaciones corren el riach de Sta. Maria y los arroyos de las Juradas y Guadamora. Los
CAMINOS son de herradura de
pueblo a pueblo, y la CORRESPONDENCIA se recibe de Pozoblanco por medio de balijero. PROD.: granos, particularmente cebada y centeno, semillas y algun vino, no de mucho cuerpo pero bueno; cria
ganado lanar, de cerda y alguno
vacuno y cabrío, y alguna
caza menor, aunque no tanta como en otro tiempo, IND.: la agrícola y varios telares para lienzos y colchas de lana de
colores, POBL.: 486 vec., 1,944 alm. CONTR.: 45,008 rs. 32 mrs. RIQUEZA IMP. (V. el art. part. jud.)
Pedroche es pobl. ant., En 1130 la ganó a moros el rey D. Alonso. Ha sido mucho más populosa y extensa. Su
escudo de armas ostenta un cast. Es patria de D. Acisclo Moya de Contreras, que asistió al concilio de Trento siendo ob. de Vich; después fué arz. de
Valencia: de D. Pedro de Moya, sobrino del anterior arz. de Méjico, virrey, visitador y capitán general de Nueva
España con otros numerosos y grandes títulos: de D. Juan de los Barrios, ob. de la Asunción del
Rio de la Plata y primer arz. de Sta. Fe de Bogotá: de D. Juan Mohedano de Saavedra, visitador del reino de Nápoles, ob. de Rabello en aquel reino, que murió electo cardenal: y del V. P. Diego Delgado, del orden de San Francisco, que sufrió martirio en la prov. de San José de Yucatán.
* Diccionario Geográfico – Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Pascual Madoz, 1848.