En el camarín del templo, se veneran dos Imágenes con la misma advocación. La más pequeña de ellas, es la imagen que encontrara el pastor. Como era demasiado pequeña (apenas veinte centímetros), se decidió realizar una talla de mayores dimensiones, que es la que actualmente conocemos todos, y a la que se coronó canónicamente en 1995. La pequeña Imagen se encuentra entre
rejas, ya que se temía, tal y como la
tradición narraba, que la
Virgen volviera a desplazarse hacia el lugar donde se encontró, y la segunda, es cobijada por un baldaquino, envuelto por un gran camarín que fue policromado en el siglo XX por el pintor cordobés Antonio Leña.