*** JUSTICIA Y SABIDURÍA ***
Un hombre murió, dejando una gran fortuna entre sus dos hijos. Pero ambos eran codiciosos y en sus enfermas mentes anidó la sospecha de que el otro había sido favorecido con una parte más cuantiosa. Por ese motivo discutieron de tal modo que decidieron elevar sus disputa al juez de la localidad.
Éste, después de tomar nota de todos los argumentos presentados por ambos, les preguntó.
Tú -le dijo al primer hermano-, ¿eres capaz de jurar que tu hermano ha recibido en herencia una parte mayor que la tuya?
Sí, contestó el aludido sin vacilar.
Y tú -se dirigió al segundo hermano-, ¿eres capaz de jurar también que tu hermano ha recibido una parte mayor que la tuya?
Sí -respondió el interpelado, de modo igualmente categórico.
Pués si ambos estáis convencidos de tal cosa, mi sentencia es que ambos intercambiés vuestras respectivas herencias. Que se ejecute inmediatamente lo dictado.
Ordenó el juez.
Un hombre murió, dejando una gran fortuna entre sus dos hijos. Pero ambos eran codiciosos y en sus enfermas mentes anidó la sospecha de que el otro había sido favorecido con una parte más cuantiosa. Por ese motivo discutieron de tal modo que decidieron elevar sus disputa al juez de la localidad.
Éste, después de tomar nota de todos los argumentos presentados por ambos, les preguntó.
Tú -le dijo al primer hermano-, ¿eres capaz de jurar que tu hermano ha recibido en herencia una parte mayor que la tuya?
Sí, contestó el aludido sin vacilar.
Y tú -se dirigió al segundo hermano-, ¿eres capaz de jurar también que tu hermano ha recibido una parte mayor que la tuya?
Sí -respondió el interpelado, de modo igualmente categórico.
Pués si ambos estáis convencidos de tal cosa, mi sentencia es que ambos intercambiés vuestras respectivas herencias. Que se ejecute inmediatamente lo dictado.
Ordenó el juez.