Lo que hace falta a la
foto es que suenen las
campanas de la
torre.
El lugar dónde ahora vivo, decidí hacerlo porque también sonaban las campanas y eso se lleva en la sangre. Y se siente, más aún si vives debajo del
campanario o si a 8 km del
pueblo, si el viento sopla hacia el algarrobillo también llega su sonido. ¡Como si me persiguiese!