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Era tiempo de siembra y el abuelo me llevó un día con él. Al estar la yegua coja y las mulas arando, subimos a lomos de un borrico de mucha alzada y muy mala leche, al decir del abuelo, haciendo el andar intranquilo y lleno de zozobras, debido a la tozudez del asno, que se negaba a todo; finalmente, el abuelo sacó su mejor versión de encantador de burros, y con 2 algarrobas y muchas zalamerías "ellos, en el fondo, muy en el fondo, son como niños" decía rascándole el lomo, y lo encaminó al lugar de ... (ver texto completo)
Por las noches, el abuelo, siempre tenía un rato para cogerme con sus manos encallecidas, al lado de la lumbre. Repasábamos la cartilla y me contaba un cuento, a pesar del cansancio del duro trabajo que se dibujaba en su cara. En esos cuentos salía mucha gente y muchos animales. Unos araban, otros trillaban, otros se iban a otros países y querían volver. Y los animales hablaban. Cada cuento tenía su moraleja. Un día le pregunté que porque se había muerto un vecino. De pronto, no supo que contestarme, ... (ver texto completo)
Podría contar muchas cosas de la influencia del tío abuelo en todos nosotros, durante sus estancias en el cortijo. Hubieron momentos hermosos de aprendizaje y momentos de dudas y turbulencias, hasta que logro despertar en todos, menos en el abuelo, una conciencia critica. Es decir nos enseñó, a rebelarnos, a no ser conformistas y fatalistas ante planteamientos inadmisibles. Y sobre todo, a tomar decisiones. Fugitivo de las represalias y el hambre, el tío abuelo fue consciente desde muy joven, que ... (ver texto completo)
Era un final de Octubre y el otoño comenzaba a derramarse en cascada melancólica sobre las Lagunillas y la sierra. Y después de muchos años, impelidos por la curiosidad y los recuerdos, mis 2 tíos y servidor, volvimos un día al cortijo. Los eucaliptos, las higueras, el arroyo, todo seguía lo mismo, aunque el arroyo ya no murmuraba, la casilla del huerto estaba en ruinas y en el cortijo, parecía no haber nadie. Olía a soledad, a abandono. Pronto sentimos la frialdad de lo que ya no era, de todo lo ... (ver texto completo)
Llegaba la primavera y con ella el tío abuelo. Con un sol deslumbrante, me cogía de la mano y vagabundeábamos por las cercanías del cortijo. Un día, fuimos a dar, a una encina enorme, antigua, de sombra acogedora. Y allí nos sentamos, Comenzó a discursear, como si yo fuera mayor, hablando de la nostalgia que sentía, lejos de nuestra querida tierra. Contó, irónicamente, que había tenido que irse, porque los del mundo claro, le cerraron todas las puertas... y ventanas, al no pensar como ellos. Al principio ... (ver texto completo)
Tribulaciones y anécdotas en el cortijo, hubieron muchas. Pero ninguna como la del tío abuelo y el macho cabrío. Acaeció que el animal, estaba sobreexcitado por el celo de 2 de las cabras de su rebaño, y no siendo el momento de la monta, hubieron de atarlo a una argolla en el corral. En eso, que el tío abuelo, salió a aliviarse, tras una cena copiosa de salmorejo, gallina en pepitoria, torreznos y melón, para celebrar su llegada. Sin darse cuenta y debido a la oscuridad, que no permitía apreciar ... (ver texto completo)
Bueno, aun quedan muchas facetas de la vida en el cortijo, no comentadas. Algunas de ellas, no llegué a conocerlas, pero si oí testimonios orales. Más bien eran tradiciones que han ido desapareciendo. Por ejemplo, los campanilleros. Iban por los cortijos, con su idumentaria típica, incluidas las campanillas, que hacían sonar profusamente, hasta que se les daba algo, lo que se podía. El tío abuelo, era un admirador impenitente de todas estas cosas, comentándolas después, con su toque de humor característico. ... (ver texto completo)
Eres una foto de carnet en la cartera, una foto de perfil y un mensaje de buenas noches. Eres la risa y las lagrimas, las despedidas, los comienzos y una foto en la nevera. Eres la "abre, soy yo", un tupper en el congelador y un pensamiento a media tarde. Eres un ser libre, necesaria, profunda y salvaje...; ¿te animas?...; opina sobre el cortijo.
Mi buen amiga: ¿estás por aquí?. Ummm, por un momento he tenido la sensación de que no andabas lejos. Sí; ha pasado mucho tiempo, Para mí, ha semejado una eternidad. me gustaría saber que te encuentras bien y que la vida sigue mostrándote su mejor cara. Si es así, te deseo de corazón que todo siga fluyendo. Un abrazo grande. Inmenso
Hoy día, si cierro los ojos y relajo el espíritu, regreso a otro tiempo, hace muchos años. Y en un instante, todo lo de entonces, vuelve: el cortijo, la sierra Horconera, la Ermita, el viento primaveral, el olor a violeta y a otros olores difusos, que producen una turbación arrolladora y emotiva, llena de recuerdos e imágenes. Aunque, sosegadamente, pienso que todo esto, no son más que restos del pasado, con un poso sentimental, que no acepta la decadencia y el fin, de todo lo que fue. También he ... (ver texto completo)
También solía visitar el cortijo, un cura, familia de la abuela, con muy buen saque en la mesa, orondo, cebón y hermoso, que dejaba temblando los quesos y las orzas. Menos mal que solo estaba un día. A veces se interesaba por mí, indagando el porque no había hecho la comunión ni iba a la iglesia, hasta que el abuelo, que era hombre de orden, pero visceralmente anticuras, lo paraba en seco. Servidor, pensaba para si mismo, que había algo en el cura que me producía pánico. Siempre abominando del mundo ... (ver texto completo)
Recuerdo que en aquella época, la guardia civil caminera, visitaba a menudo el cortijo. Para el tío abuelo, eran un instrumento represivo del "tito Paco". Para el abuelo, eran una garantía del orden, la tranquilidad y la paz. Para titas y titos, eran paisanos que habían podido desertar del arado y cumplían su función en los dos mundos: el claro y el oscuro, traspasando con frecuencia las lindes de ambos. El mundo claro, era la rectitud, el orden, la suma perfección, el camino hacia el futuro y olía ... (ver texto completo)
Pasó el tiempo; mis tíos y tías, habían emigrado casi todos, y, servidor, también andaba ya por el mundo, comenzando un ciclo vital, lleno de inseguridades, de dudas, afrontando situaciones desconocidas, y sintiendo anhelos ardientes y también desconocidos. Hasta que un día, la vida nos mostró su cara más descarnada y menos amable. Un 3 de febrero, gris y ventoso, el abuelo amanecía en su cama, sonriente, pero frio e inánime. Se había ido sin despedirse. Una muerte fácil, como el quería. De inmediato, ... (ver texto completo)
En ese nuevo contexto, la abuela y la tía que quedó con ella, hubieron de abandonar el cortijo para que entrara mano de obra nueva, iendose a vivir a Rute. Allí falleció la abuela, llena de congojas, que no pudo superar. El tío abuelo aún las visitaba alguna vez, hasta que cuatro años más tarde, se nos fue a su eternidad, que olía a Armani y fingía la vida en el sueño eterno. Con mis 2 tíos, viajamos a un pueblecito de los montes Vosgos, para darle el último adiós. Todo resultó muy emotivo. Tenía ... (ver texto completo)
Curiosamente, cuándo había un fallecimiento familiar, cercano o lejano, lo sintieras o no, te "enlutaban"un mínimo de 2 años, normalmente 3, cortándote de raíz tus buenas holganzas, alegrías, regodeos y todo lo que te hacia sentir vivo, con lo que pasabas a ser, también, un muerto, aunque aparentemente vivo. En aquel estado, mostrarse mínimamente optimista u alegre, pasaba a ser algo paranormal o subversivo, así que haba que estar siempre circundado por la tristeza, el medro y el llanto, como se ... (ver texto completo)
Pasó el tiempo; mis tíos y tías, habían emigrado casi todos, y, servidor, también andaba ya por el mundo, comenzando un ciclo vital, lleno de inseguridades, de dudas, afrontando situaciones desconocidas, y sintiendo anhelos ardientes y también desconocidos. Hasta que un día, la vida nos mostró su cara más descarnada y menos amable. Un 3 de febrero, gris y ventoso, el abuelo amanecía en su cama, sonriente, pero frio e inánime. Se había ido sin despedirse. Una muerte fácil, como el quería. De inmediato, acudimos todos, incluido el tío abuelo. Lo despidió mucha gente que lo conocía y apreciaba. Hasta el señorito apareció por allí, siempre marcando las correspondientes distancias, cosa por la que el tío abuelo le largó una soflama envenenada y a punto estuvo de llegar a las manos con el chófer, impidiéndolo el párroco. Lo último que recuerdo de todo esto, es a la abuela despidiendo el entierro desde una ventana, con la mirada llena de tristeza y melancolía.

que el tío abuelo le largo una soflama envenenada y a punto estuvieron de llegar a las manos ... (ver texto completo)
En el cortijo se trabajaba de sol a sol, incluidos sábados y domingos, en diversas y duras tareas, y aunque la familia tenia una incipiente conciencia de clase, un tanto simple e ingenua, -el abuelo no-, era muy difícil, por no decir imposible, revindicar pequeñas mejoras y ajustes, para que las cosas fueran mas llevaderas, porque los señores eran alérgicos a todo eso y ponían mil trabas, ante las tímidas peticiones de mis tíos y tías. Así, todo continuaba inamovible. Ello hacia que el tío abuelo, ... (ver texto completo)
Curiosamente, cuándo había un fallecimiento familiar, cercano o lejano, lo sintieras o no, te "enlutaban"un mínimo de 2 años, normalmente 3, cortándote de raíz tus buenas holganzas, alegrías, regodeos y todo lo que te hacia sentir vivo, con lo que pasabas a ser, también, un muerto, aunque aparentemente vivo. En aquel estado, mostrarse mínimamente optimista u alegre, pasaba a ser algo paranormal o subversivo, así que haba que estar siempre circundado por la tristeza, el medro y el llanto, como se le supone, a un muerto vivo. La cosa llegaba a tal punto, que el tío abuelo, con su socarronería típica, comentaba que hubo gente, que de tanto luto, se les olvidó que estaban vivos, y vivían, aparentemente muertos, como si nunca hubiesen vivido, acordes con el país. ... (ver texto completo)