Un Nazi enterrado en Albuñán en 1943.
En el antiguo cementerio junto a la iglesia de Albuñán fue enterrado el cuerpo de un piloto alemán cuyo avión fue derribado y acabó flotando en aguas de Almería.
Extraño que lo enterrasen tan lejos habiendo sepulturas más cercanas, pero easí fue y lo confirma la prensa de la época y la Revista General de Marina.
El 9 de septiembre de 1943 aparece flotando el cuerpo sin vida del cabo Albert Domogalla, tras ser derribado el caza He 111 w. Nr. 110378. Lo enterraron en Albuñán y aquí permaneció hasta 1945, que fue trasladado al monasterio de Cuacos de Yuste en Cáceres junto a otros aviadores alemanes muertos que habían sido enterrados en Almería.
Salieron del mar un total de 15 cadáveres y 14 fueron enterrados en Almería y uno en Albuñán. Se sabe que otros 10 cuerpos reclamados jamás aparecieron y la mar se los tragó.
Eran frecuentes las escaramuzas aéreas y el resultado era este. Muchos Heinkell y junkers fueron derribados, pero también aviones aliados.
Incluso aparecieron cuerpos de tripulantes de submarinos y barcos de guerra.
Lo extraordinario de este caso es que no hay registros en Alemania de la existencia de este cabo aunque portaba documentación a ese nombre. Quizás era falsa y hacía labores de espionaje aunque los que estudiaron su documentación aseguran que esos papeles eran correctos o una gran falsificación.
El párroco de Albuñán se opuso al enterramiento por ser protestante el sujeto y por no pertenecer a su parroquia, pero presiones del gobierno hicieron que claudicase.
Ningún familiar reclamó su cuerpo ni una exhumación, se trasladó a un panteón de militares alemanes en Cáceres por orden de Franco que aún era simpatizante de Alemania pero en silencio, ya que oficialmente era neutral y quería aproximarse a los vencedores.
La luftwaffe contabilizaba 129 pilotos alemanes nunca encontrados en los diferentes frentes de guerra, pero este nunca fue uno de ellos. Todo un misterio y eso que los alemanes son muy pulcros en los registros.
En 1944 un Junkers 88 dañado caía en aguas de Tarragona y también lo rodeó el misterio, ya que en 1978 la Armada Española reflotó los restos del aparato que se enganchaban en las redes de pesca y lo tiraron a una sima profunda, pero a los 6 meses el mismo avión apareció enganchado a otras redes en el mismo sitio que ocupó por primera vez. Nadie sabe como regresó allí y ni siquiera un tsunami o huracán lo explica. Sacaron los restos del fuselaje y los llevaron al puerto de Blanes donde se dieron cuenta que le faltaban los dos motores y que estaba acribillado de metralla, pero no tenía número de serie ni placa de fabricante... algo rarísimo. No encontré donde descansan hoy esos restos del aparato.
Pues nada, quizás quieran descansar anónimamente y mejor no hurgar en ello.
En el antiguo cementerio junto a la iglesia de Albuñán fue enterrado el cuerpo de un piloto alemán cuyo avión fue derribado y acabó flotando en aguas de Almería.
Extraño que lo enterrasen tan lejos habiendo sepulturas más cercanas, pero easí fue y lo confirma la prensa de la época y la Revista General de Marina.
El 9 de septiembre de 1943 aparece flotando el cuerpo sin vida del cabo Albert Domogalla, tras ser derribado el caza He 111 w. Nr. 110378. Lo enterraron en Albuñán y aquí permaneció hasta 1945, que fue trasladado al monasterio de Cuacos de Yuste en Cáceres junto a otros aviadores alemanes muertos que habían sido enterrados en Almería.
Salieron del mar un total de 15 cadáveres y 14 fueron enterrados en Almería y uno en Albuñán. Se sabe que otros 10 cuerpos reclamados jamás aparecieron y la mar se los tragó.
Eran frecuentes las escaramuzas aéreas y el resultado era este. Muchos Heinkell y junkers fueron derribados, pero también aviones aliados.
Incluso aparecieron cuerpos de tripulantes de submarinos y barcos de guerra.
Lo extraordinario de este caso es que no hay registros en Alemania de la existencia de este cabo aunque portaba documentación a ese nombre. Quizás era falsa y hacía labores de espionaje aunque los que estudiaron su documentación aseguran que esos papeles eran correctos o una gran falsificación.
El párroco de Albuñán se opuso al enterramiento por ser protestante el sujeto y por no pertenecer a su parroquia, pero presiones del gobierno hicieron que claudicase.
Ningún familiar reclamó su cuerpo ni una exhumación, se trasladó a un panteón de militares alemanes en Cáceres por orden de Franco que aún era simpatizante de Alemania pero en silencio, ya que oficialmente era neutral y quería aproximarse a los vencedores.
La luftwaffe contabilizaba 129 pilotos alemanes nunca encontrados en los diferentes frentes de guerra, pero este nunca fue uno de ellos. Todo un misterio y eso que los alemanes son muy pulcros en los registros.
En 1944 un Junkers 88 dañado caía en aguas de Tarragona y también lo rodeó el misterio, ya que en 1978 la Armada Española reflotó los restos del aparato que se enganchaban en las redes de pesca y lo tiraron a una sima profunda, pero a los 6 meses el mismo avión apareció enganchado a otras redes en el mismo sitio que ocupó por primera vez. Nadie sabe como regresó allí y ni siquiera un tsunami o huracán lo explica. Sacaron los restos del fuselaje y los llevaron al puerto de Blanes donde se dieron cuenta que le faltaban los dos motores y que estaba acribillado de metralla, pero no tenía número de serie ni placa de fabricante... algo rarísimo. No encontré donde descansan hoy esos restos del aparato.
Pues nada, quizás quieran descansar anónimamente y mejor no hurgar en ello.