Inexplicables sucesos en el Marquesado en el año 1608.
El día 29 de septiembre del año 1608, el insigne inquisidor D. Antonio Caldera de Heredia, de la archidiócesis accitana, escribe al ilustre duque del infantado y marqués del Cenete (legajos 6 al 13 de los archivos diocesanos), acerca de unos horripilantes y agudos gritos lastimeros que emanaban de la tierra, sin que nadie los profiriese.
Hay testigos del evento en los campos de Huéneja, La Calahorra, Jéres, Cogollos y Albuñán, durante 15 días de los meses de junio a septiembre del 1608.
Otros testigos se dieron en Aldeire en julio de 1608 y en Alquife en septiembre de el mismo año.
El marqués envía soldados y sacerdotes que investiguen el caso, para sorprender y detener a los bromistas que alteraban la paz de la zona, pero cuando se encuentran con las voces en Ferreira, no ven a nadie hasta donde alcanza la vista.
Se les ocurre dividirse en 2 grupos y cerrar en tenaza un ci´rculo hasta rodear la fuente de donde salen los gritos, pero cuando están encima, las voces se escuchan en otra parte.
Los sacerdotes creen entender lenguas germanizadas anteriores a la invasión mahometana, ruidos de lucha y caballería, como ecos lejanos de antigua batalla, mezclados con súplicas y alaridos de heridos y combatientes.
Unos pocos testigos también juran que tras los lamentables ruidos, aparece la silueta de un perro mastín negro que corre hacia ninguna parte.
Toda la zona ha sido escenario de antiguas batallas, muerte y desolación, y parecen ser voces reminiscentes que en forma de bucle, repiten una y otra vez el dolor de aquellas almas en pena que allí murieron.
Todo queda en silencio hasta que el fenómeno se repite en los años 1610 y 1615 en Lanteira, en 1727 en Purullena, en 1855 en Albuñán, en 1915 en Dólar y en 1920 en Ferreira.
Hay actas de mención en los archivos de Granada, sobre voces misteriosas en las tierras de Guadix, entre los años 1480 y 1483, anteriores a todo ésto, pero no especifican si salen de la tierra o de otro sitio.
El día 29 de septiembre del año 1608, el insigne inquisidor D. Antonio Caldera de Heredia, de la archidiócesis accitana, escribe al ilustre duque del infantado y marqués del Cenete (legajos 6 al 13 de los archivos diocesanos), acerca de unos horripilantes y agudos gritos lastimeros que emanaban de la tierra, sin que nadie los profiriese.
Hay testigos del evento en los campos de Huéneja, La Calahorra, Jéres, Cogollos y Albuñán, durante 15 días de los meses de junio a septiembre del 1608.
Otros testigos se dieron en Aldeire en julio de 1608 y en Alquife en septiembre de el mismo año.
El marqués envía soldados y sacerdotes que investiguen el caso, para sorprender y detener a los bromistas que alteraban la paz de la zona, pero cuando se encuentran con las voces en Ferreira, no ven a nadie hasta donde alcanza la vista.
Se les ocurre dividirse en 2 grupos y cerrar en tenaza un ci´rculo hasta rodear la fuente de donde salen los gritos, pero cuando están encima, las voces se escuchan en otra parte.
Los sacerdotes creen entender lenguas germanizadas anteriores a la invasión mahometana, ruidos de lucha y caballería, como ecos lejanos de antigua batalla, mezclados con súplicas y alaridos de heridos y combatientes.
Unos pocos testigos también juran que tras los lamentables ruidos, aparece la silueta de un perro mastín negro que corre hacia ninguna parte.
Toda la zona ha sido escenario de antiguas batallas, muerte y desolación, y parecen ser voces reminiscentes que en forma de bucle, repiten una y otra vez el dolor de aquellas almas en pena que allí murieron.
Todo queda en silencio hasta que el fenómeno se repite en los años 1610 y 1615 en Lanteira, en 1727 en Purullena, en 1855 en Albuñán, en 1915 en Dólar y en 1920 en Ferreira.
Hay actas de mención en los archivos de Granada, sobre voces misteriosas en las tierras de Guadix, entre los años 1480 y 1483, anteriores a todo ésto, pero no especifican si salen de la tierra o de otro sitio.