Azomor, caudillo rebelde de la Alpujarra almeriense y granadina.
De noble linaje persa, fue señor del formidable castillo de Alhama la seca de Almería y jefe de los rebeldes guerrilleros de la Sierra de Gádor. Fieros y valientes como ninguno.
En su castillo recibe a rebeldes descontentos de otras fortalezas y también le llegan los supervivientes de la Batalla de Huétor Tájar.
Ataca en dos ocasiones la cora de Elvira, para hacer dinero y méritos frente a sus enemigos omeyas de Córdoba.
Por envidias, varios capitanes rebeldes se sublevan ante el, pide ayuda y refugio al emir Abdallá, pero este muere.
Consigue el perdón real del nuevo emir y su indulto a cambio de lealtad, pero un egoísta cobrador de impuestos, hace que sus súbditos le aclamen de nuevo en rebeldía en el 922. El no lo desea, pero tiene que acceder.
Azomor/Azo-Mor se fortifica en Tíjola, Purchena, Guadix, y Baza, y el emir le ataca recuperando Baza, Purchena y Guadix. Los rebeldes escapan a los montes porque saben que en campo abierto están perdidos.
Aconsejan al emir que no los atace en la agreste montaña y este sabiamente encomienda al antiguo rebelde de Huéscar, Obeidalá, que venza a Azomor. Mientras el emir continúa su lucha frente a los hijos del difunto Omar ben Hafsún (caído en Huéscar), Solimán y Xiafar.
Azomor se enfrenta a Obeidalá y a los alcaides de Porcuna y Alcaudete, a los que vence en Jaén. Así se apodera de Jaén, Baza, Guadix y Almería.
El emir es avisado de la derrota y con su ejército llega a Jaén y lo sitia en el 923. Azomar escapa a Alhama y el rey lo persigue.
El castillo estaba lleno de reservas de agua y víveres, y sus murallas eran altas y fuertes, pero el emir no desistía de su acoso.
Se le ocurre minar subterraneamente una de las torres y hacen un gran fuego, para que el armazón de madera de la muralla se consuma.
Al final una parte de la muralla cae y entran a saco al castillo.
Deguellan a todo lo que respira, sin ofrecer piedad ante unos soldados que han luchado muy valientemente.
El emir quiere que todos vean cómo se pagan las rebeldías y el reírse del perdón real.
Al final descubren entre los cuerpos a un casi desfigurado Azomor, herido y agonizante, y antes de que muera honrosamente le cortan la cabeza y acuchillan, a pesar de su rendición.
Tomada la fortaleza a mediados del 923 y tras la matanza, el emir pasa varios días descansando en Granada, feliz de que toda la zona esta definitivamente pacificada.
Hay que recordar que ya sólo le restaba la rendición del último hijo de Omar, Hafs, para vencer todo movimiento rebelde.
También reconocer que toda la zona (incluido el Sened), fueron muy prósperos en el siglo x con el califato.
De noble linaje persa, fue señor del formidable castillo de Alhama la seca de Almería y jefe de los rebeldes guerrilleros de la Sierra de Gádor. Fieros y valientes como ninguno.
En su castillo recibe a rebeldes descontentos de otras fortalezas y también le llegan los supervivientes de la Batalla de Huétor Tájar.
Ataca en dos ocasiones la cora de Elvira, para hacer dinero y méritos frente a sus enemigos omeyas de Córdoba.
Por envidias, varios capitanes rebeldes se sublevan ante el, pide ayuda y refugio al emir Abdallá, pero este muere.
Consigue el perdón real del nuevo emir y su indulto a cambio de lealtad, pero un egoísta cobrador de impuestos, hace que sus súbditos le aclamen de nuevo en rebeldía en el 922. El no lo desea, pero tiene que acceder.
Azomor/Azo-Mor se fortifica en Tíjola, Purchena, Guadix, y Baza, y el emir le ataca recuperando Baza, Purchena y Guadix. Los rebeldes escapan a los montes porque saben que en campo abierto están perdidos.
Aconsejan al emir que no los atace en la agreste montaña y este sabiamente encomienda al antiguo rebelde de Huéscar, Obeidalá, que venza a Azomor. Mientras el emir continúa su lucha frente a los hijos del difunto Omar ben Hafsún (caído en Huéscar), Solimán y Xiafar.
Azomor se enfrenta a Obeidalá y a los alcaides de Porcuna y Alcaudete, a los que vence en Jaén. Así se apodera de Jaén, Baza, Guadix y Almería.
El emir es avisado de la derrota y con su ejército llega a Jaén y lo sitia en el 923. Azomar escapa a Alhama y el rey lo persigue.
El castillo estaba lleno de reservas de agua y víveres, y sus murallas eran altas y fuertes, pero el emir no desistía de su acoso.
Se le ocurre minar subterraneamente una de las torres y hacen un gran fuego, para que el armazón de madera de la muralla se consuma.
Al final una parte de la muralla cae y entran a saco al castillo.
Deguellan a todo lo que respira, sin ofrecer piedad ante unos soldados que han luchado muy valientemente.
El emir quiere que todos vean cómo se pagan las rebeldías y el reírse del perdón real.
Al final descubren entre los cuerpos a un casi desfigurado Azomor, herido y agonizante, y antes de que muera honrosamente le cortan la cabeza y acuchillan, a pesar de su rendición.
Tomada la fortaleza a mediados del 923 y tras la matanza, el emir pasa varios días descansando en Granada, feliz de que toda la zona esta definitivamente pacificada.
Hay que recordar que ya sólo le restaba la rendición del último hijo de Omar, Hafs, para vencer todo movimiento rebelde.
También reconocer que toda la zona (incluido el Sened), fueron muy prósperos en el siglo x con el califato.