Al final de los años 50, Antonio Hita y Angustias Marín construyeron Miranevada, lugar de recreo fiel
reflejo del desarrollismo de los 60. Junto con el ya desaparecido
Hostal El
Pinar, con sus casitas y la
Piscina de
Fuente Grande, Miranevada es el más fiel exponente, aún en pie, del inicio de la actividad turística en la localidad con un conjunto de 16 casitas con
aparcamiento anexo que recuerda a los antiguos moteles americanos que sirvieron de modelo a los emprendedores de la época. Asimismo el
restaurante y la piscina pública anexa a las casitas son prototipo de la Colonia Veraniega como se catalogó entonces, cuando todavía la normativa turística incipiente intentaba normalizar la oferta surgida para atender a los visitantes: los turistas.
Antonio Hita aparece sentado en el borde de la piscina Miranevada cuando acababa de construirse.