En el siguiente siglo, el XIX, por la mayoría de las calles de Algarinejo, anchas y bastante regulares por su alineación, descendían arroyuelos por atajeas o canales descubiertos, que a la salida del pueblo iban a desaguar en los arroyos que le circundan. El clero lo componían un cura párroco, dos tenientes, dos acólitos y un organista. En efecto, Algarinejo cuenta con un pasado bastante religioso, prueba de ello son las innumerables "cruces" repartidas por el campo, como la del Cerro de la Cruz, La Cruz de la Peiná o La Cruz del Bujeo... y las pequeñas ermitas que rodeaban al pueblo, ahora desaparecidas: En el camino que conduce a Priego, a la salida de la población, existía una pequeña ermita titulada de Santica donde se celebraba misa a una imagen muy milagrosa de Nuestra Señora de los Dolores. Otra pequeña ermita se encontraba como a mitad de la cuesta del cerro Calvario, bajo la advocación del Santo Cristo de la Vía Sacra. En esta época, y hasta la Guerra Civil del 37, fueron numerosos los intelectuales que nacieron en el término, notable es destacar el primer veterinario que estrenó la prestigiosa Facultad de Veterinaría de Córdoba.