José con su garrota. Esa garrota que tanto vamos a echar en falta, como a su dueño, con sus buenos ratos de charla, sus bromas, sus ironías y sus sátiras, formando parte de un coloquio ritual en esta plaza de sus amores, donde siempre estará en los corazones, de los que, lo recordaremos. Lo haremos como el querías que fuese, sin lágrimas ni silencios, sino contemplando la realidad de que venimos para marcharnos y, de que nuestra vida es: simplemente un suspiro de la eterna.