El abanico de la brisa
airea la luna llena
que alumbra, clara y nítida
las laderas de la
huerta
bajo el Cerro con su
Santo
todo el
Pueblo se recrea
y en los álamos más altos
el ruiseñor canturrea
cuando el
campo, en un momento
se queda mudo y sombrío
meditando suena el viento
en el tarayal del
río
y el
camino que serpea
cuando la tarde oscurece
en su recorrido alberga
ilusiones que florecen
con raíces de la tierra
tierra de Alicuneros leales
que con tesón y entereza
entre espartales y olivares
a su pueblo dan firmeza
en los
Montes Orientales
a
San Roque, su Patrón,
en su
fiesta favorita
lo llevan en
procesión
hasta llegar a la
Ermita
suenan tambores, clarines, trompetas
¡que alegre está el pueblo! bonita su
iglesia,
las niñas de blanco, las mozas de seda
truenan los cohetes,
baile en la “Verbena”.
Y las mozas alzan su trono
de hermosura y de belleza
con las hechuras y modo
de dulzura y de grandeza.
Alicún tiene en su tierra
raíces de estirpe guapa
porque la
historia contempla
el esplendor de su raza.