Cuando el Sol brilla en las Longueras y el Boquerón, en una tarde otoñal cálida, la soledad es palpable entre las calles y la plaza, es posible que la siesta tan nuestra y tan arraigada, sea el motivo de esta imagen tan desierta, tan triste y tan desolada.
Que fuerza tiene el querer a la tierra, para ser siempre positivo, aunque las vistas realcen que el amor es ciego.