Desde este asiento contemplo
el callejón de la iglesia,
esforzando mi recuerdo
mi bastón, en mi mano tiembla,
me siento débil y viejo
pero feliz en mi tierra
con ese sereno aliento,
por dentro que no se nota,
voy despacio recorriendo
poco a poco, mi memoria
y veo a mis compañeros,
de las tareas labriegas,
cuando el sol derrama fuego
en las campañas de siega,
¡Vuelan mis pensamientos! …
La mente sueña despierta.
el Sol ya se está poniendo
y el anochecer se acerca
de frente contemplo al Cerro
desposeído de riqueza,
el esparto fue su imperio
hoy, a nadie le interesa
las escalerillas nos vieron
coger el esparto a ciegas
para ganar el sustento
en las pendientes laderas
las manos llenas de espinas
y el sudor frío del cansancio
las espaldas doloridas
y desconsuelo en el estómago
tristeza de soledad
dentro de la noche seca,
clandestina realidad
y mísera recompensa
las espinas de las manos
se sacan con una punta,
las que en el alma llevamos
no se pueden sacar nunca
todos los que se han marchado
dejado huella en su legado
en ésta plaza Alicunera
¡cuánto nos han enseñado!
con su sencilla manera
con la experiencia compañera
exclusiva de su vida,
empleando la cautela
de no destapar heridas.
Nosotros ya, somos ancianos
y hemos luchado y sembrado,
en ésta tierra, que amamos
donando nuestro legado
a los genes que dejamos
en la herencia del trabajo
identidad con estirpe
luchadora decidida,
herencia de clase humilde,
dignidad, amor y vida.
el callejón de la iglesia,
esforzando mi recuerdo
mi bastón, en mi mano tiembla,
me siento débil y viejo
pero feliz en mi tierra
con ese sereno aliento,
por dentro que no se nota,
voy despacio recorriendo
poco a poco, mi memoria
y veo a mis compañeros,
de las tareas labriegas,
cuando el sol derrama fuego
en las campañas de siega,
¡Vuelan mis pensamientos! …
La mente sueña despierta.
el Sol ya se está poniendo
y el anochecer se acerca
de frente contemplo al Cerro
desposeído de riqueza,
el esparto fue su imperio
hoy, a nadie le interesa
las escalerillas nos vieron
coger el esparto a ciegas
para ganar el sustento
en las pendientes laderas
las manos llenas de espinas
y el sudor frío del cansancio
las espaldas doloridas
y desconsuelo en el estómago
tristeza de soledad
dentro de la noche seca,
clandestina realidad
y mísera recompensa
las espinas de las manos
se sacan con una punta,
las que en el alma llevamos
no se pueden sacar nunca
todos los que se han marchado
dejado huella en su legado
en ésta plaza Alicunera
¡cuánto nos han enseñado!
con su sencilla manera
con la experiencia compañera
exclusiva de su vida,
empleando la cautela
de no destapar heridas.
Nosotros ya, somos ancianos
y hemos luchado y sembrado,
en ésta tierra, que amamos
donando nuestro legado
a los genes que dejamos
en la herencia del trabajo
identidad con estirpe
luchadora decidida,
herencia de clase humilde,
dignidad, amor y vida.