Sin brumas en el horizonte
y brisa limpia y serena
duermen las auras de monte
del “boquerón” y la ladera
entre el Cerro y la vega
hay recuerdos grabados
en las raíces de la tierra
y de los seres amados.
Que no daría mi mente
por lo que se lleva el tiempo,
aquello que es para siempre
y nunca tiene remedio
Sentado sobre una atocha
en la recacha sedienta
escribo fiel a la memoria
de mi afición predilecta
el canto de la perdiz
rompe el silencio en la loma
de un paraíso feliz
sin polución ni zozobra.
“Antonio”
y brisa limpia y serena
duermen las auras de monte
del “boquerón” y la ladera
entre el Cerro y la vega
hay recuerdos grabados
en las raíces de la tierra
y de los seres amados.
Que no daría mi mente
por lo que se lleva el tiempo,
aquello que es para siempre
y nunca tiene remedio
Sentado sobre una atocha
en la recacha sedienta
escribo fiel a la memoria
de mi afición predilecta
el canto de la perdiz
rompe el silencio en la loma
de un paraíso feliz
sin polución ni zozobra.
“Antonio”