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ALICUN DE ORTEGA: EL SANTO...

EL SANTO

El Santo está a unos 50 m del puesto de vigía árabe que hay derruido en la cúspide de el Cerro. En el año 1957, eligiendo el lugar de la cima desde donde mejor se divisa el pueblo y todo el Valle, Alicún decidió situar una escultura de unos 2 m de altura, del Sagrado Corazón de Jesús, popularmente “El Santo”, con aportaciones populares.
En el Santo se celebraban misas, oficiadas por el párroco de turno, aprovechando las fechas de la Fiesta Mayor. Se organizaban romerías, excursiones y paseos de las juventudes con fuerza sobria en las piernas, pues la subida era a pie, por veredas comprometidas y pendientes.
Fue una época en la que el Santo obtuvo grandes ofrendas y visitas del pueblo que luchó para que él estuviese en su Cerro, para rezadle y rogarle, pidiendo su bendición, para los Alicuneros y adoptivos.
Pero todo tiene una época, el éxodo, e inmigración y trabajo temporal en los países de Europa, dejaron al pueblo como a todos los pueblos andaluces, con la mitad de sus habitantes, y el Santo, poquito a poco, se fue quedando sólo, visitado por pastores, cazadores y algún devoto de su presencia y de la naturaleza. Las veredas se deterioraron con las lluvias y los torrentes, hasta el punto que subir hoy por hoy al Santo, es una auténtica odisea. Y el Santo, también se fue deteriorando. Y así pasaron algunos años, hasta que un rayo lo destruyó totalmente, y este pueblo, el 24 de abril 1999, volvió a pedir de puerta en puerta, para sufragar el coste de volver a reponer un nuevo Corazón de Jesús, y lo consiguió, con todos los apuros que ello conlleva, no sólo el económico, sino también el de transportar entre piedras y pendientes e instalar en la cima, una imagen de cierto peso, y hoy, el Santo, goza en su aposento, de la fe de su pueblo, recibiendo de cuando en cuando la visita de algunos admiradores y devotos, entre los que me encuentro.

Este Santo que contemplo
con sus extendidos brazos
lo ha repuesto este pueblo
con aportes solidarios

su constante soledad
se ha roto cuando he llegado
y le he empezado a hablar
tomando asiento a su lado

Le hablado cuento he querido
en un silencio solemne
con el respeto sentido
que dentro de la fe se tiene.

Despido a mi compañero
con la mirada serena
en este Cerro Alicunero
mástil de una bandera
que Alicún tiene en su seno
con su gente Alicunera

con un nudo en la garganta
y un monólogo por dentro
con los silencios que hablan
me marcho con paso lento

¡hasta siempre compañero!
que venga a verte otro rato,
en breve espacio de tiempo
porque él, pasa volando.

Antonio”