Buenos días paisanos.
Y acabó la Navidad... Por fin.
Se hacen largas, ¿eh?
Hay historias que se hacen largas, incluso cuando las disfrutas. ¿No os ha pasado?
En España, y mas para los que tenemos hijos (hoy nietos), la cosa monstruosa empieza el 22 de diciembre y acaba el 8 de enero.
Medio mes de excesos, rutinas cambiadas, fiestas forzadaas... Y si la familia es numerosa, de soportar gente en tu casa que no la querrías ni como panadero.
En fin. No quiero parecer el ogro de la Navidad, pero cada vez me gustan menos.
Además, te traen recuerdos y añoranzas de sucesos y personas que están en un rincón de la memoria y no te apetece recordar o echas tanto de menos que, por momentos, es tortura.
Pero, ojo, las disfruté.
Disfruté de estar con mis amigos, con mi familia, con mi hija, e incluso yendo a comprar los regalos y pasear por el bullicio del centro de la ciudad. ¿Contradictorio? Si
Humano, también.
Los humanos, hasta el más simple de ellos, somos complejos. Tenemos muchos rostros, muchas caras, muchas líneas de pensamiento que se mezclan en una sola decisión.
Y nos equivocamos, y acertamos y a veces vemos la vida pasar como las vacas al tren. Porque no decidir también es un acto complejo de decisión.
Para Aristóteles, la acción es una actividad deliberada y orientada a un fin. Toda acción humana tiene un propósito. Toda. Un fin último. Ese fin es la felicidad.
La acción, dice el Filósofo, no es automática ni impulsiva, sino que está mediada por la razón. Sea por involuntariedad (con conocimiento) o por involuntariedad (ignorancia o coacción). La virtud se cultiva mediante hábitos y es la guía de la acción. Una persona que se habitúa a entrenar tiene como base de acción hacer deporte y su virtud es cuidar de su cuerpo.
Las acciones humanas, además, no son abstractas, se llevan a cabo en los contextos de cada uno. Y la sabiduría práctica nos lleva a poder discernir lo que es correcto en cada situación. La moral, pues, surge de acciones deliberadas y personas responsables de sus actos, es decir, de su propia libertad.
Cuando hacemos algo no es algo instrumental meramente, sino un desarrollo ético y racional que busca la felicidad y la vida buena.
O sea que, ojo, con lo que hacemos y cómo lo hacemos. Incluso cuando miremos al tren lo hagamos con un fin.
El comportamiento complejo de los humanos —muchas veces imposible de describir por buen escritor que seas sin resultar tedioso y ridículo—, además, lleno de matices, fines y razones, no puede ser novelado en cuanto a tal.
Ya os he recordado que las navidades acabaron. Os deseo un excelente día, paisanos.
ojo, las disfrut
Y acabó la Navidad... Por fin.
Se hacen largas, ¿eh?
Hay historias que se hacen largas, incluso cuando las disfrutas. ¿No os ha pasado?
En España, y mas para los que tenemos hijos (hoy nietos), la cosa monstruosa empieza el 22 de diciembre y acaba el 8 de enero.
Medio mes de excesos, rutinas cambiadas, fiestas forzadaas... Y si la familia es numerosa, de soportar gente en tu casa que no la querrías ni como panadero.
En fin. No quiero parecer el ogro de la Navidad, pero cada vez me gustan menos.
Además, te traen recuerdos y añoranzas de sucesos y personas que están en un rincón de la memoria y no te apetece recordar o echas tanto de menos que, por momentos, es tortura.
Pero, ojo, las disfruté.
Disfruté de estar con mis amigos, con mi familia, con mi hija, e incluso yendo a comprar los regalos y pasear por el bullicio del centro de la ciudad. ¿Contradictorio? Si
Humano, también.
Los humanos, hasta el más simple de ellos, somos complejos. Tenemos muchos rostros, muchas caras, muchas líneas de pensamiento que se mezclan en una sola decisión.
Y nos equivocamos, y acertamos y a veces vemos la vida pasar como las vacas al tren. Porque no decidir también es un acto complejo de decisión.
Para Aristóteles, la acción es una actividad deliberada y orientada a un fin. Toda acción humana tiene un propósito. Toda. Un fin último. Ese fin es la felicidad.
La acción, dice el Filósofo, no es automática ni impulsiva, sino que está mediada por la razón. Sea por involuntariedad (con conocimiento) o por involuntariedad (ignorancia o coacción). La virtud se cultiva mediante hábitos y es la guía de la acción. Una persona que se habitúa a entrenar tiene como base de acción hacer deporte y su virtud es cuidar de su cuerpo.
Las acciones humanas, además, no son abstractas, se llevan a cabo en los contextos de cada uno. Y la sabiduría práctica nos lleva a poder discernir lo que es correcto en cada situación. La moral, pues, surge de acciones deliberadas y personas responsables de sus actos, es decir, de su propia libertad.
Cuando hacemos algo no es algo instrumental meramente, sino un desarrollo ético y racional que busca la felicidad y la vida buena.
O sea que, ojo, con lo que hacemos y cómo lo hacemos. Incluso cuando miremos al tren lo hagamos con un fin.
El comportamiento complejo de los humanos —muchas veces imposible de describir por buen escritor que seas sin resultar tedioso y ridículo—, además, lleno de matices, fines y razones, no puede ser novelado en cuanto a tal.
Ya os he recordado que las navidades acabaron. Os deseo un excelente día, paisanos.
ojo, las disfrut