Esta localidad se encuentra ubicada entre la
cuenca del Guadalfeo y las últimas laderas de la vertiente norte de la
sierra de La Contraviesa, dentro de la llamada Alta Alpujarra. El núcleo de
Almegíjar cuenta con una población de 217 habitantes, pero su término presenta un anejo,
Notáez, uno de los pueblecitos más desconocidos y hermosos de la comarca, y otras cortijadas, como La Solana y La Umbría, que hacen ascender la población total municipal a 430 habitantes.
Su origen es antiquísimo, habiéndose encontrado en su término municipal numerosos objetos datados del Neolítico. Por estas tierras pasaron
romanos y visigodos, pero, sin duda, han sido los árabes los que perfilaron la imagen actual que hoy nos ofrece.
El núcleo urbano aparece encaramado sobre unas peñas; como un
nido de águilas, conservando, al igual que en su anejo, un buen ejemplo de la
arquitectura vernácula compuesta por un conjunto urbano escalonado de
calles estrechas que albergan viviendas realizadas con materiales tradicionales (lastras de pizarra y techos de launa) y con gran profusión de plantas y
flores en sus
fachadas y
balcones. Entre estas edificaciones, que alcanzan diferentes alturas, se sitúan los típicos tinaos,
pasarelas que comunican distintas
casas al nivel de los pisos superiores.
Cuenta con una
iglesia parroquial reconstruida en 1.594, destacando también la gran iglesia de Notáez, construida sobre la antigua mezquita. Goza de un entorno con espléndidas vistas y un clima agradable.
Todos sus habitantes viven de una
agricultura tradicional muy variada, que ha pasado en poco tiempo de la típica trilogía mediterránea de cereal,
olivar y vid, a los cítricos y frutales, que ocupan casi la mitad de sus tierras cultivadas. Gran parte de su población se ha visto obligada a emigrar a la costa granadina, a los invernaderos del poniente almeriense y, sin duda, a la capital.
Su origen es antiquísimo, habiéndose encontrado en su término municipal numerosos objetos datados del Neolítico. Por estas tierras pasaron romanos y visigodos, pero, sin duda, han sido los árabes los que perfilaron la imagen actual que hoy nos ofrece. El núcleo urbano aparece encaramado sobre unas peñas; como un nido de águila conservando, al igual que en su anejo, un buen ejemplo de la arquitectura vernácula compuesta por un conjunto urbano escalonado de calles estrechas que albergan viviendas realizadas con materiales tradicionales (lastras de pizarra y techos de launa) y con gran profusión de plantas y flores en sus fachadas y balcones. Entre estas edificaciones, que alcanzan diferentes alturas, se sitúan los típicos tinaos pasarelas que comunican distintas casas al nivel de los pisos superiores. Cuenta con una iglesia parroquial reconstruida en 1.594, destacando también la pequeña
ermita de Notáez, construida sobre la antigua mezquita. Goza de un entorno con espléndidas vistas y un clima agradable. Todos sus habitantes viven de una agricultura tradicional muy variada, que ha pasado en poco tiempo de la típica trilogía mediterránea de cereal, olivar y vid, a los cítricos y frutales, que ocupan casi la mitad de sus tierras cultivadas. Gran parte de su población se ha visto obligada a emigrar a la costa granadina, a los invernaderos del poniente almeriense y, sin duda, a la capital.