El lugar, la casa palacete del cura Arcón, allí pasaban los veranos, sus familiares y él, los guardeses, Cipriana y Manuel, padres de dos hijos, María y Manuel, este último estudio en el seminario, no llegó a ser cura, lo último que se de él, estaba de profesor en una isla Canaria, María por un pueblo valenciano. Me ofrecieron uno, un chico de Baza, no sé si podré comprarlo, gustarme muchísimo, amo ese pueblo, sobre todo porque allí nos conocimos mi amor y servidora, somos, y por siempre así lo seremos, el puro ejemplo del AMOR sin fin. Aprendí tantas cosas ahí, todas me han servido para supervivir, para hacerme un poco más sabia, más humilde, más solidaria, lo que cuesta cada uno de los alimentos, el sudor de hombres para vivir por y para el campo, lo sano y sabroso que comía, hoy en las capitales, difícilmente puedes encontrar, una fruta comestible, un agua tan buena, beberla, bañarse en ella, es todo un gran placer, esperemos con un poco de suerte es posible que los veranos en ese pueblo de mis amores, pasaré y paseare, con sus calles asfaltadas, mí silla de ruedas, se moverá sin miedo a caer, cosa que no pasa en cualquier capital, donde las aceras son intransitables, ya les cuesta andar al ciudadano.. Hasta pronto, me gustaría que me cuente cosas de ahí, se lo agradece muchismo. Con mí más sincero cariño, abrazos. Teresa (Además de a Sonia a todo bauleños)