Hay cosas pasadas, mejor no recordarlas, pero también dicen, que el que pierde la memoria puede volver a caer en la misma
piedra, me acuerdo de la década de los cincuenta, lo triste que fue vivirlos. Era raro el día que no pasaban cuarenta pedigüeños con el nombre de Dios por testigo pidiendo limosna, eran del
pueblo y fuera del pueblo.
Me quedo grabada una mujer, cuya cara me hace pensar en las pinturas del sueco Mús. Tiempos que superan el surrealismo profundo de algunos cineastas. La acuñada
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