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Tuvo que ser en Graná mocita, y va el tío y se nos muere cientos tres años después haber nacido. ¿Cuántas cosas habrá visto desde la atalaya de sus napias moriscas?
No es que su muerte haya sido una tragedia, como la de Federico, pues se ha ido por agotamiento de su carne mortal; que no de su mente siempre fresca y fértil y porque, permanecerá vivo entre nosotros gracias a todo lo que ha dejado escrito en tan larga vida quizá, alargada a base de tragito de Güisqui y cucharadas de miel alpujarreña pero, en este tan bronco país nuestro lleno de pisaverdes, meapilas tramontanos y de cabreros siempre deseosos de tirarse al monte y a la cabra; donde, si algo luce con lumbre propia, puede que sea esa oscuridad trasnochada de la que más de uno hacemos impúdicamente gala. Y qué casualidad, se va, una semana después de que hayan empezado los trabajos en el Barranco de Víznar, fosas de Fuente Grande de Alfacar donde, puede que estén los restos de la asesinada imaginación de ese ser universal que escribió cosas como:
Pasan, si quieren pasar,
y ocultan en la cabeza
una vaga astronomía
de pistolas inconcretas.
Algún día, puede que ambos reposen cerca el uno del otro en tumbas para ellos excavada en algún cementerio de la ciudad encantada, con sus cuentos de las mil y una noche, viendo que en la vega, fructifican y granan esplendorosos sus imaginativos derroches de inteligencia.
Pero mocita, puede, que no sea necesario exhumar a Federico, puede, que su sitio esté ahí, bajo el olivo y cerca de la fuente, y puede, que siempre nos sirva de recordatorio que invite a todos a evitar otra tragedia como aquella. Que sea el símbolo, ese que tanta falta nos hace.
Salud. ... (ver texto completo)
Tuvo que ser en Graná mocita, y va el tío y se nos muere cientos tres años después haber nacido. ¿Cuántas cosas habrá visto desde la atalaya de sus napias moriscas?
No es que su muerte haya sido una tragedia, como la de Federico, pues se ha ido por agotamiento de su carne mortal; que no de su mente siempre fresca y fértil y porque, permanecerá vivo entre nosotros gracias a todo lo que ha dejado escrito en tan larga vida quizá, alargada a base de tragito de Güisqui y cucharadas de miel alpujarreña pero, en este tan bronco país nuestro lleno de pisaverdes, meapilas tramontanos y de cabreros siempre deseosos de tirarse al monte y a la cabra; donde, si algo luce con lumbre propia, puede que sea esa oscuridad trasnochada de la que más de uno hacemos impúdicamente gala. Y qué casualidad, se va, una semana después de que hayan empezado los trabajos en el Barranco de Víznar, fosas de Fuente Grande de Alfacar donde, puede que estén los restos de la asesinada imaginación de ese ser universal que escribió cosas como:
Pasan, si quieren pasar,
y ocultan en la cabeza
una vaga astronomía
de pistolas inconcretas.
Algún día, puede que ambos reposen cerca el uno del otro en tumbas para ellos excavada en algún cementerio de la ciudad encantada, con sus cuentos de las mil y una noche, viendo que en la vega, fructifican y granan esplendorosos sus imaginativos derroches de inteligencia.
Pero mocita, puede, que no sea necesario exhumar a Federico, puede, que su sitio esté ahí, bajo el olivo y cerca de la fuente, y puede, que siempre nos sirva de recordatorio que invite a todos a evitar otra tragedia como aquella. Que sea el símbolo, ese que tanta falta nos hace.
Salud. ... (ver texto completo)