Al salir de
Granada se puede divisar por última vez la ciudad desde el Suspiro del Moro antes de descender al
Valle de
Lecrín. Es aquí donde Boabdil, el último rey nazarí, después de haber firmado las Capitulaciones con los Reyes Católicos, dirigió por última vez la vista a Granada y lloró por la pérdida de su querida ciudad. Se dice que al verlo su madre le dijo: "Llora, llora como mujer lo que no supiste defender como un hombre". En los años siguientes, sobre todo durante el levantamiento de los moriscos, se luchó por el Valle con uñas y dientes. Era la única
vía de acceso de la ciudad hacia el sur y el único punto de entrada a La Alpujarra occidental (a través del famoso
puente de Tablate que era vital por su estratégico emplazamiento en el extremo sur del Valle). Muchos
pueblos fueron devastados y quedaron abandonados debido a las masacres de ambos bandos en su lucha por la supremacía. Aún se conservan las
ruinas de varios
castillos y fortalezas árabes.Las Atalayas de
Cónchar, y el
Castillo de Lecrín donde eran enterrados los reyes árabes de Granada. Se cree que el último entierro fue el de Morayma, la esposa de Boabdil, que murió en Cádiar poco antes de partir hacia el exilio en África.