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El pueblo, CUEVAS DEL CAMPO

Una noche de poca luna, después
De un día aprovechado, en el
Rincón de un portal antiguo en las
Cercanías de baza,
recordaban una amiga
De antaño, envuelto de espabilados
Oyentes, recitando versos de Bécquer.
Desde el Caño Jorge.
Los dos osos en mi interior
Sentados junto al fuego a la luz de la luna conversaban un viejo indio y su nieto.
Le dijo el anciano al muchacho:
Me siento como si tuviera dos osos peleando en mi corazón:
- Uno es un oso rabioso, resentido y vengador -
- Y el otro es un oso pleno de amor y compasión.
El nieto preguntó:
- Abuelo, ¿cuál de los osos ganará la pelea?
El abuelo respondió:
- Aquel que yo alimente.
Hay ciudades a las que jamás se vuelve. El sol se estrella en sus ventanas, como espejos. No llega nunca a atravesarlas, ni por todo ni por nada. En todas ellas hay, sobre el río, puentes. En todas ellas hay lugares donde pusiste tus labios en otros labios, tus manos sobre un mantel. Y algún aturdimiento de museos, de estatuas o de arcadas. Las multitudes toman el metro, charlando en la lengua de un hombre que existió.
LA VANIDAD EN EL SER HUMANO: En todos los pueblos con o sin plaza pública, hay gente sensata y con espiritu de servicio, eso sí, con una entereza aparente a prueba de toda crítica. Están cerca las elecciones, los consistorios se renovan, a veces, para obtener igual de lo mismo. Los políticos noveles con sanas intenciones, van rayando en la utopía o en el mundo de la fantasía. Son los técnicos del ayuntamiento, los que con las leyes en mano, actúan como el médico de Sancho Panza en la Insula de Barataría...
Soy una cueveña la cual está algo lejos de su tierra y la exa mucho de menos.
Esper qu nunca cambieis!
Os quiere MAM.