Santos Mártires Juan y Pablo
26 de Junio
San Juan y San Pablo fueron caballeros romanos y familiares de Constancia, hija del emperador Constantino. Juan era mayordomo y Pablo su secretario, los cuales se ocupaban en obras de piedad, convirtiendo a muchos con sus palabras y ejemplos.
Imperando Juliano Apóstata, les envió a decir que desearía servirse de ellos si abandonaban la fe de Cristo. Respondieron los Santos que no dejaban el servicio de Constantino por servir a otro hombre, sino por servir a Dios, Creador del Cielo y de la Tierra. Encarcelados, los visitó Terenciano, ministro de Juliano, invitándoles a sacrificar a los dioses, pues de lo contrario les haría degollar allí mismo, no queriendo que muriesen en público por ser personas principales. Ellos le respondieron: «Si Juliano es tu señor, préciate de ser su criado, que nosotros no tenemos más amo que Jesucristo»
Con esto los mandó allí sepultar secretamente en una hoya que se hizo en la misma casa. Fue su martirio el día 26 de Junio año de 362. La memoria de estos ilustres mártires fue siempre célebre en la Iglesia. En tiempo de Constancio se edificó un templo en su misma casa con título de cardenal.
Los peregrinos medievales que llegaban a Roma a venerar los sepulcros de los mártires empezaban preguntando por la basílica de los Santos Juan y Pablo en el monte Celio. Era de rigor comenzar por ella el recorrido de los santuarios romanos. Era la única iglesia erigida sobre tumba de mártires dentro del recinto de la ciudad. Los demás mártires habían sido enterrados en las afueras, por aquella ley de las Doce Tablas que prohibía la sepultura en el interior de la ciudad. "Dios, que había rodeado a Roma con una gloriosa corona de tumbas de mártires —cantaba un prefacio antiguo—, quiso esconder en las entrañas mismas de la ciudad los miembros victoriosos de los Santos Juan y Pablo." El itinerario-guía, que orientaba a los peregrinos a través de los santos lugares, advertía, además, que la basílica que guardaba tan preciadas reliquias era “la propia casa de los mártires, convertida en iglesia después de su martirio".
Debía de ser muy fuerte la emoción de los peregrinos al poner los pies en la "casa de los mártires".
Según las Actas, Juan y Pablo fueron oficiales del ejército, acaso legionarios de la famosa legión Jovia. Pasaron luego a la corte, como gentiles hombres de cámara al servicio del emperador Constantino y, más tarde, de su hijo Constancio. La hija de Constantino les dejó en herencia cuantiosas riquezas. Cuando Juliano ocupó el trono imperial e hizo pública su apostasía, los dos oficiales palatinos, fervientes cristianos, abandonaron la corte en señal de protesta y se retiraron a su casa del Celio, en Roma.
Juan y Pablo se dispusieron a morir por Cristo. Como primera medida distribuyeron todas sus riquezas entre los pobres y se entregaron a obras de religión y piedad. Pasados los diez días de plazo, a la hora de cenar, se presentó en la casa del Celio Terenciano, capitán de cohorte, con un puñado de soldados. Dicen las Actas que encontró a nuestros héroes en oración. En nombre del emperador les instó por última vez a adorar una pequeña estatua de Júpiter que traía consigo. Era la estatua que los legionarios de la legión Jovia veneraban en sus cuarteles. Juan y Pablo se negaron resueltamente.
Al filo de la medianoche Terenciano los hizo decapitar en un rincón oscuro de la misma casa. Y, para evitar que fueran luego venerados como mártires, mandó abrir una zanja a toda prisa en el fondo de uno de los corredores, debajo de la escalera principal. Allí ocultaron los cadáveres. Ocurría esto en la noche del 26 al 27 de junio del año 362.
A la mañana siguiente Terenciano hizo correr en Roma la voz de que Juan y Pablo habían salido de la ciudad, desterrados por orden del emperador. Exactamente un año más tarde, el mismo día y a la misma hora en que caían al suelo las cabezas de nuestros mártires, moría asesinado en Maronsa, cerca de Bagdad, Juliano el Apóstata. En Roma un grupo de posesos, entre ellos el hijo único de Terenciano, comenzó a revelar a voz en cuello la muerte de Juan y Pablo. Terenciano se vio obligado a indicar el lugar del enterramiento y los detalles del glorioso martirio.
El pueblo cristiano seguirá venerando en el monte Celio, a los mártires, cuyos nombres recuerda la Iglesia Romana todos los días en el canon de la misa, entre los testigos más gloriosos de nuestra fe.
Hola, soy natural de Exfiliana y los Santos Mártires Juan y Pablo son los patronos de mi pueblo, celebrándose con mucha solemnidad durante los días 24, 25 y 26 de Junio; éste último es el día de mayor importancia. Las imágenes de los santos se encuentran en la Iglesia parroquial de Santa María de la Anunciación de Exfiliana, a un lado y al otro del Altar. Las imágenes actuales son copias de las originales del famoso escultor Torcuato Ruíz del Peral, (nacido en Exfiliana el 16 de Mayo de 1708), ya que las imágenes antiguas fueron destruidas en 1936.
Las celebraciones comienzan el atardecer del día 13 de Junio, con la colocación de las imágenes en sus andas junto a la Virgen del Rosario que sale acompañándolos. Entre volteo de campanas, disparo de cohetes y vivas, nos anuncian la llegada de sus fiestas.
Nueve días antes del 26, se celebra en la Iglesia parroquial del pueblo un novenario, donde se recuerdan a todos los fieles la vida de estos santos.
Al finalizar el oficio de la novena y la Eucaristía, se dan a besar las reliquias de los santos, mientras tanto se les van cantando “los Gozos”, son unas estrofas dedicadas a ellos, del siglo XVIII, que se han conservado por tradición oral de padres a hijos.
Al llegar el día 26, por la mañana, salen en procesión las imágenes de los Santos junto a la Virgen del Rosario, recorriendo las principales calles de Exfiliana, esta procesión es la más bonita por el sentido que tiene, que es recoger a la gente para la celebración eucarística; al finalizar ésta, tiene lugar la Santa Misa, a esta celebración Eucarística, asisten las autoridades del pueblo y todos los devotos de los santos…es conocida vulgarmente como la “misa de los Santos”.
Por la tarde, sobre las 20:00, salen en procesión los Santos por última vez, ésta procesión es la más entrañable y la que la gente más recuerda (conocida como la procesión del “calvario”). Nadie se la pierde, y desde niño todos la llevamos dentro de nuestro corazón. El olor de pólvora se hace presente por todos los rincones de Exfiliana, debido de las cientos de promesas en cohetes que la gente ofrece a los Santos Mártires. La procesión es más larga porque trasladan las imágenes a la zona más alta del pueblo, conocida como “el calvario”, (allí se solían recitar los “Gozos”) y después regresan a la parroquia, entre vivas y cohetes cerca de las 2 de la madrugada del día 27; al tener a las imágenes hasta la madrugada recordamos las horas de su martirio que fue entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de junio del año 362.
26 de Junio
San Juan y San Pablo fueron caballeros romanos y familiares de Constancia, hija del emperador Constantino. Juan era mayordomo y Pablo su secretario, los cuales se ocupaban en obras de piedad, convirtiendo a muchos con sus palabras y ejemplos.
Imperando Juliano Apóstata, les envió a decir que desearía servirse de ellos si abandonaban la fe de Cristo. Respondieron los Santos que no dejaban el servicio de Constantino por servir a otro hombre, sino por servir a Dios, Creador del Cielo y de la Tierra. Encarcelados, los visitó Terenciano, ministro de Juliano, invitándoles a sacrificar a los dioses, pues de lo contrario les haría degollar allí mismo, no queriendo que muriesen en público por ser personas principales. Ellos le respondieron: «Si Juliano es tu señor, préciate de ser su criado, que nosotros no tenemos más amo que Jesucristo»
Con esto los mandó allí sepultar secretamente en una hoya que se hizo en la misma casa. Fue su martirio el día 26 de Junio año de 362. La memoria de estos ilustres mártires fue siempre célebre en la Iglesia. En tiempo de Constancio se edificó un templo en su misma casa con título de cardenal.
Los peregrinos medievales que llegaban a Roma a venerar los sepulcros de los mártires empezaban preguntando por la basílica de los Santos Juan y Pablo en el monte Celio. Era de rigor comenzar por ella el recorrido de los santuarios romanos. Era la única iglesia erigida sobre tumba de mártires dentro del recinto de la ciudad. Los demás mártires habían sido enterrados en las afueras, por aquella ley de las Doce Tablas que prohibía la sepultura en el interior de la ciudad. "Dios, que había rodeado a Roma con una gloriosa corona de tumbas de mártires —cantaba un prefacio antiguo—, quiso esconder en las entrañas mismas de la ciudad los miembros victoriosos de los Santos Juan y Pablo." El itinerario-guía, que orientaba a los peregrinos a través de los santos lugares, advertía, además, que la basílica que guardaba tan preciadas reliquias era “la propia casa de los mártires, convertida en iglesia después de su martirio".
Debía de ser muy fuerte la emoción de los peregrinos al poner los pies en la "casa de los mártires".
Según las Actas, Juan y Pablo fueron oficiales del ejército, acaso legionarios de la famosa legión Jovia. Pasaron luego a la corte, como gentiles hombres de cámara al servicio del emperador Constantino y, más tarde, de su hijo Constancio. La hija de Constantino les dejó en herencia cuantiosas riquezas. Cuando Juliano ocupó el trono imperial e hizo pública su apostasía, los dos oficiales palatinos, fervientes cristianos, abandonaron la corte en señal de protesta y se retiraron a su casa del Celio, en Roma.
Juan y Pablo se dispusieron a morir por Cristo. Como primera medida distribuyeron todas sus riquezas entre los pobres y se entregaron a obras de religión y piedad. Pasados los diez días de plazo, a la hora de cenar, se presentó en la casa del Celio Terenciano, capitán de cohorte, con un puñado de soldados. Dicen las Actas que encontró a nuestros héroes en oración. En nombre del emperador les instó por última vez a adorar una pequeña estatua de Júpiter que traía consigo. Era la estatua que los legionarios de la legión Jovia veneraban en sus cuarteles. Juan y Pablo se negaron resueltamente.
Al filo de la medianoche Terenciano los hizo decapitar en un rincón oscuro de la misma casa. Y, para evitar que fueran luego venerados como mártires, mandó abrir una zanja a toda prisa en el fondo de uno de los corredores, debajo de la escalera principal. Allí ocultaron los cadáveres. Ocurría esto en la noche del 26 al 27 de junio del año 362.
A la mañana siguiente Terenciano hizo correr en Roma la voz de que Juan y Pablo habían salido de la ciudad, desterrados por orden del emperador. Exactamente un año más tarde, el mismo día y a la misma hora en que caían al suelo las cabezas de nuestros mártires, moría asesinado en Maronsa, cerca de Bagdad, Juliano el Apóstata. En Roma un grupo de posesos, entre ellos el hijo único de Terenciano, comenzó a revelar a voz en cuello la muerte de Juan y Pablo. Terenciano se vio obligado a indicar el lugar del enterramiento y los detalles del glorioso martirio.
El pueblo cristiano seguirá venerando en el monte Celio, a los mártires, cuyos nombres recuerda la Iglesia Romana todos los días en el canon de la misa, entre los testigos más gloriosos de nuestra fe.
Hola, soy natural de Exfiliana y los Santos Mártires Juan y Pablo son los patronos de mi pueblo, celebrándose con mucha solemnidad durante los días 24, 25 y 26 de Junio; éste último es el día de mayor importancia. Las imágenes de los santos se encuentran en la Iglesia parroquial de Santa María de la Anunciación de Exfiliana, a un lado y al otro del Altar. Las imágenes actuales son copias de las originales del famoso escultor Torcuato Ruíz del Peral, (nacido en Exfiliana el 16 de Mayo de 1708), ya que las imágenes antiguas fueron destruidas en 1936.
Las celebraciones comienzan el atardecer del día 13 de Junio, con la colocación de las imágenes en sus andas junto a la Virgen del Rosario que sale acompañándolos. Entre volteo de campanas, disparo de cohetes y vivas, nos anuncian la llegada de sus fiestas.
Nueve días antes del 26, se celebra en la Iglesia parroquial del pueblo un novenario, donde se recuerdan a todos los fieles la vida de estos santos.
Al finalizar el oficio de la novena y la Eucaristía, se dan a besar las reliquias de los santos, mientras tanto se les van cantando “los Gozos”, son unas estrofas dedicadas a ellos, del siglo XVIII, que se han conservado por tradición oral de padres a hijos.
Al llegar el día 26, por la mañana, salen en procesión las imágenes de los Santos junto a la Virgen del Rosario, recorriendo las principales calles de Exfiliana, esta procesión es la más bonita por el sentido que tiene, que es recoger a la gente para la celebración eucarística; al finalizar ésta, tiene lugar la Santa Misa, a esta celebración Eucarística, asisten las autoridades del pueblo y todos los devotos de los santos…es conocida vulgarmente como la “misa de los Santos”.
Por la tarde, sobre las 20:00, salen en procesión los Santos por última vez, ésta procesión es la más entrañable y la que la gente más recuerda (conocida como la procesión del “calvario”). Nadie se la pierde, y desde niño todos la llevamos dentro de nuestro corazón. El olor de pólvora se hace presente por todos los rincones de Exfiliana, debido de las cientos de promesas en cohetes que la gente ofrece a los Santos Mártires. La procesión es más larga porque trasladan las imágenes a la zona más alta del pueblo, conocida como “el calvario”, (allí se solían recitar los “Gozos”) y después regresan a la parroquia, entre vivas y cohetes cerca de las 2 de la madrugada del día 27; al tener a las imágenes hasta la madrugada recordamos las horas de su martirio que fue entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de junio del año 362.