Ulises y Calipso
Ulises aferrado a los restos de la nave, muy cansado, se dejó llevar por el oleaje.
Una brisa suave, empujó la nave hacia una hermosa isla cubierta de
árboles frondosos.
Después de descansar varias horas tendido en la arena de la
playa, decidió explorarla. Después de caminar un largo trecho, llegó hasta la entrada de una
gruta cavada en la
roca, de donde se desprendían dulces aromas de cedro y sándalo. A su entrada se podían ver dos hermosas parras de las que colgaban jugosos
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