Olor de cuero y tela densamente gastados,
y cebollas, y aceite, y aún más,
olor de alguien flotando en los
rincones del buque,
olor a alguien sin nombre
que baja como una ola de aire las escalas,
y cruza corredores con su cuerpo ausente,
y observa con sus ojos que la muerte preserva.
Observa con sus ojos sin
color, sin mirada,
lento, y pasa temblando, sin presencia ni
sombra:
los sonidos lo arrugan, las cosas lo traspasan,
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