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FREILA (Granada)

un aguila en el cortijo
Foto enviada por antonio

Walt Whitman fue despedido de su empleo en la oficina india del Departamento del Interior cuando era el secretario, James Harlan, leyó un fragmento de Hojas de Hierba de Whitman, y la consideró “poesía perniciosa”.
“Lo siento, señor Kipling, pero usted simplemente no sabe emplear el lenguaje inglés. Este no es un jardín de infancia para escritores aficionados”. Con estas proféticas palabras, Rudyard Kipling, que ya había escrito entonces uno de los mejores relatos en la historia de la literatura, El hombre que pudo reinar, fue despedido de su empleo de reportero por el Examiner de San Francisco.
Sir Walter Scott fue un escritor muy prolífico, que obtuvo con sus obras fama y éxito. Por desgracia, invirtió casi toda su recién ganada riqueza en empresas editoriales que fracasaron con la depresión de 1826. Scott contrajo deudas por la estremecedora cantidad de 130,000 libras esterlinas, y dedicó el resto de su vida a escribir para pagarlas. Con el paso del tiempo murieron su esposa, su hijo y su nieto, y él sufrió varios ataques cardíacos; pero hasta el último acreedor fue pagado totalmente.
El gran escritor satírico francés Voltaire contribuyó con un enorme servicio a la ciencia. Hizo que una de sus amantes escribiera una traducción al francés de la obra maestra de Newton Principia Mathematica, y luego él mismo escribió un comentario. La gracia de lo escrito por Voltaire ayudó a popularizar en toda Francia los conceptos de Newton.
Tras vivir durante siete semanas entre los trabajadores de los mataderos de Chicago, Upton Sinclair publicó su novela La Selva en 1906, para “atemorizar al país mediante un cuadro de lo que estaban haciendo los amos industriales a sus víctimas”. Había observado que metían en la cinta transportadora pan envenenado y ratas muertas, que se convertían en salchichas, y que los trabajadores que caían por accidente en cubas abiertas, salían al mercado convertidos en manteca Anderson’s Pure Leaf. La novela ... (ver texto completo)
“Sería superfluo, pues ya me he concedido yo mismo esta orden”, contestó George Bernard Shaw, cuando le ofrecieron la prestigiosa Orden del Mérito de Inglaterra.
El gran poeta francés François Villon llevó una existencia de robo y muerte que en varias ocasiones pudo haber terminado en el patíbulo. Nadie sabe dónde, cuándo o cómo murió.
Según varios eruditos, las dos últimas obras de Shakespeare, Enrique VIII y Dos parientes nobles, fueron escritas en colaboración con John Fletcher, otro dramaturgo inglés de aquel tiempo.
El espectáculo de una ejecución pública en París horrorizó tanto a León Tolstoi, que dijo: “Nunca, bajo ninguna circunstancia, prestaré nuevamente servicio a forma alguna de gobierno absoluto”.
Después de los primeros episodios de Las confesiones del caballero de industria Félix Krull, el novelista Thomas Mann interrumpió la obra, la publicó como relato corto y no volvió a ella hasta 32 años después. Cuando reanudó el trabajo, exactamente donde lo había dejado, no alteró ni una sola palabra de los fragmentos anteriores, y la novela resultante quedó tan bien equilibrada como todas sus otras obras.
Herman Melville no destacó como figura literaria hasta mucho después de su muerte, en 1891. Se había desilusionado tanto por el fracaso comercial de Moby Dick (1851) y otra novelas, que renunció a la pluma y se convirtió en un oscuro empleado en la administración de aduanas de Nueva York. Su Bill Budd ni siquiera fue publicado antes de 1924.
Aunque no estaba ciego, pero tenía vista deficiente, Aldous Huxley aprendió braille para poder dar descanso a sus ojos doloridos, sin tener que renunciar a la lectura, de la que tanto disfrutaba. Una de las compensaciones, decía Huxley, era el placer de leer en la cama en la oscuridad, con el libro y las manos cómodamente bajo los cobertores.
Emily Dickinson, cuya poesía emociona ahora a millones de personas, dio vuelo a su imaginación en lo concerniente a la Tierra, el firmamento y el mismo cielo. Pero sólo abandonó Massachusetts, su estado natal, una única ocasión, para visitar a su padre en Washington, donde era diputado. Se convirtió en una auténtica reclusa, que no permanecía en la misma habitación con sus visitas, sino que hablaba con ellos desde una habitación vecina.
Su ropa limpia, y unos planes secretos

The soldier’s guide to Sicily era un documento que se entregó al ejército aliado antes de la campaña en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se había planeado entrar en el continente por “su barriga”, que no era otro lugar que Sicilia. Como ya hemos comentado alguna vez en Curistoria hablando de la operación “Carne Picada”, debía mantenerse a los ejércitos alemán e italiano engañados pensando que el objetivo sería Grecia y así permitir un desembarco ... (ver texto completo)
Buen domingo Antonio, espero lo pases bien, aqui hace mucho frio, pero hay que superarlo, ultimo de enero, haber febrero que nos depara.
sera como este mas, o menos un abrazo
hola berta, por aqui hace un buen dia, a ver lo que nos dura el buen tiempo
un abrazo y que pases un buen domingo