Hace casi 40 años, el 20 de julio de 1969, el astronauta norteamericano Neil Armstrong, frente a una audiencia estimada de mil millones de televidentes daba si pequeño paso, con el pie izquierdo, y se paraba sobre la polvorienta superficie de la Luna. La luz del Sol, sin una atmosfera que la difuminase, daba un brillo extraño a la escena. En ese momento comenzaba una nueva era para el hombre, y una nueva leyenda urbana.