Angeles Caidos - Angeles Oscuros
La existencia de ángeles es un fundamento de la doctrina católica, explícita en la Biblia y, unánimemente, recibida de la tradición apostólica. La creencia en estos seres fue confirmada en el denominado Concilio Lateranense IV, reunido en el año 1215, cuyos preceptos ha retomado el Concilio Vaticano I en relación a las creencias acerca del Génesis del Mundo.
Sin embargo, cabe mencionar que existen ángeles benevolentes y también demonios: el Señor creó a los ángeles para vivir en imperecedera felicidad, pero cada uno de ellos debió ser evaluado. Algunos de ellos decidieron rebelarse contra su Creador. Por ello, podemos afirmar que -según la Fe Cristiana- existen ángeles llamados a declararse en favor de Dios o contra Dios mediante un acto radical e irreversible de adhesión o de rechazo de su voluntad de salvación (JP2, 30, VII, 86).
Con respecto al Evangelio de San Pedro, se caracteriza a Jesucristo sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso luego de haber subido a los cielos. A él se sometieron ángeles, potestades y poderes (1 Pe 3, 22).
La existencia de ángeles es un fundamento de la doctrina católica, explícita en la Biblia y, unánimemente, recibida de la tradición apostólica. La creencia en estos seres fue confirmada en el denominado Concilio Lateranense IV, reunido en el año 1215, cuyos preceptos ha retomado el Concilio Vaticano I en relación a las creencias acerca del Génesis del Mundo.
Sin embargo, cabe mencionar que existen ángeles benevolentes y también demonios: el Señor creó a los ángeles para vivir en imperecedera felicidad, pero cada uno de ellos debió ser evaluado. Algunos de ellos decidieron rebelarse contra su Creador. Por ello, podemos afirmar que -según la Fe Cristiana- existen ángeles llamados a declararse en favor de Dios o contra Dios mediante un acto radical e irreversible de adhesión o de rechazo de su voluntad de salvación (JP2, 30, VII, 86).
Con respecto al Evangelio de San Pedro, se caracteriza a Jesucristo sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso luego de haber subido a los cielos. A él se sometieron ángeles, potestades y poderes (1 Pe 3, 22).