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Cupido

Amor o Cupido no era una deidad romana nativa, pero había sido introducida en la mitología griega por poetas, siendo su nombre una traducción directa del griego “Eros”. Esto significa que Cupido no es parte de la religión cristiana -aunque su figura se asemeje a la de un ángel- sino al paganismo helénico.

Debemos distinguir primero el doble carácter de Cupido; primero, porque lo encontramos participando en la Creación del Mundo a partir del Caos, y segundo, como mero dios del Amor: hijo de Afrodita y Zeus, Ares o incluso Urano (de acuerdo con las distintas versiones míticas).

En la primera faceta de su carácter, Cupido es representado como clasificando la “masa sin forma” del mundo, con sus conflictivos elementos en orden y armonía. Cupido es el encargado de hacer desaparecer la confusión, uniendo las fuerzas discordantes y transformando en terreno fértil las comarcas baldías.

En la segunda faceta de su comportamiento y personalidad, Cupido es la deidad que levanta las pasiones del corazón tanto de dioses como de hombres. En un caso fue concebido como existente antes que los otros dioses, como el dios de ese amor que opera en la naturaleza; en el otro caso es considerado como el más joven de todos ellos: el dios de ese amor que mantiene los corazones de los hombres en tiranía.

La personalidad de Cupido es una combinación de ambos caracteres, tal como Fidias lo representó en el nacimiento de Afrodita, a quien recibe cuando ésta sale del mar, en presencia de las deidades reunidas del Olimpo.