Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a mis padres para pedir recompensa. Mi madre les contestó que quería mas pruebas. Tuve que trabajar desde chico. Trabajé en una veterinaria y la gente no paraba de preguntarme cuánto costaba yo. Un día llamó una chica a mi casa diciéndome: “Ven a mi casa que no hay nadie”. Cuando llegué no había nadie.
buenan noches antonio
hola fina, buenas noches