Ahora, totoalmente en serio (o en
Soria). En los años setenta, jugando en un equipo de la Regional de allí (de un
pueblo de la bella comarca de
Pinares), los partidos en el
invierno se hacían muy duros, no durante los 90 minutos, que corrías y tal, sino cuando el árbitro pñitaba el final. El barro, o el sudor había que quitárselo, pues no era plan ponerte la ropa de
calle sin lavarte. ¡Y no tenían calentador las duchas! (Las siguientes temporadas ya sí). Y el
agua venía directamente de un
río que
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