Uno que topó con el genio de la Malaleche, que le concedió un deseo:
- Venga, dime ¿qué quieres?
- Desearía que la polla me llegase al suelo
- ¡PIIIIINC! Y le desaparecieron las piernas.
- Venga, dime ¿qué quieres?
- Desearía que la polla me llegase al suelo
- ¡PIIIIINC! Y le desaparecieron las piernas.