Atar los bártulos: ¡Cuántas veces habremos mencionado los bártulos, sin saber realmente a qué clase de elemento aludíamos!. En realidad, Bártulo o Bártolo de Sasso-Ferrato (que posteriormente dio origen al popular nombre Bartolo) fue un eminente jurisconsulto italiano que vivió en la baja Edad Media, profesor de Derecho en las universidades de Pisa, Bolonia, Padua y Perusa y cuyas obras -contenidas en trece volúmenes- sirvieron de base de estudio durante tres siglos a los alumnos de Derecho de toda Europa. Los estudiantes españoles tomaban nota de las obras del ilustre tratadista y, una vez concluida la clase, ataban los apuntes por medio de cintas o correas. Al conjunto de estos apuntes se los conocía familiarmente por el nombre de bártulos, de donde, en la jerga estudiantil, la tarea de reagruparlos y atarlos una vez utilizados, dio origen a la expresión atar (o liar) los bártulos. Así, por extensión, el dicho terminó por aplicarse también a toda disposición o preparativo que, por lo general, hace referencia a una mudanza, cambio de domicilio o traslado de utensilios.