El primer sueño: La Semilla
Es curiosa la falsa realidad que se encuentra uno en los sueños, confunde qué es lo real y qué es ilusión. Parece que dentro de ese plano o dimensión del sueño uno piensa, convencido, que lo que acontece pertenece a la misma vida consciente. A pesar de verse... Como en aquél en el que era una simple semilla. Fue algo que me dejó durante un tiempo en qué pensar. Ocurrió en el sueño que...
Es curiosa la falsa realidad que se encuentra uno en los sueños, confunde qué es lo real y qué es ilusión. Parece que dentro de ese plano o dimensión del sueño uno piensa, convencido, que lo que acontece pertenece a la misma vida consciente. A pesar de verse... Como en aquél en el que era una simple semilla. Fue algo que me dejó durante un tiempo en qué pensar. Ocurrió en el sueño que...
En él avanzo por un camino... ¡no! ¡Qué lastima, hasta la memoria ya me juega malas pasadas! Era... Estoy en un sendero construido al paso de los carros y de los labriegos. Me encuentro en el interior de... ¡Sí! Creo... Estoy convencido que soy una simple semilla de violeta atrapada en el interior de la tierra. El día anterior, y por causa de una ráfaga de viento, fui a parar entre la lana de una oveja y aferrada a ella llegué hasta este lugar. Fue cuando el animal se sacudió que caí y me introduje entre la tierra del camino; luego, los niños, al salir de la escuela, de regreso a casa y mientras jugaban, me pisaron con las botas y me hundieron en la húmeda tierra.
La noche ha sido muy fresca. Al amanecer el rocío ha vuelto a humedecer la tierra que me cubre. Se ha filtrado y me ha empapado como si fuera una esponja. La tierra y el agua producen un efecto de alarma en mi metabolismo y activan mis enzimas y las hormonas: auxinas y citocininas se ponen a trabajar y provocan mi crecimiento. Noto cómo se inicia una metamorfosis y mi estructura interior se va dividiendo célula a célula. Es mucha la actividad, la agitación, la efervescencia a la que estoy sometido. Percibo como si algo grandioso se estuviera forjando en mi interior, algo que trata de salir con una fuerza tremenda, que busca la salida tanteando a ciegas todo lo que me rodea y que no se detendrá hasta alcanzar la luz. Paralelamente comienzo a estirar los brazos, las piernas. ¡Qué digo! Son raíces que surgen de mi pequeña estructura y que escarban el suelo hostil hasta fijarse como anclas a la tierra. Con ellas bebo lentamente las gotas del rocío y toda la humedad que puedo, bombeándola desde los capilares hasta el apéndice superior que crece y asciende, al cobrar energía y reponer las fuerzas. Casi a punto de alcanzar el exterior detecto el calor. El Sol ha calentado la tierra que me cubre, no mucho pero lo suficiente para obligarme a un esfuerzo final. Surjo al fin y contemplo cómo mi silueta, de forma casi imperceptible, muy discreta, comienza a forma parte del paisaje, allí, a ras de suelo.
La noche ha sido muy fresca. Al amanecer el rocío ha vuelto a humedecer la tierra que me cubre. Se ha filtrado y me ha empapado como si fuera una esponja. La tierra y el agua producen un efecto de alarma en mi metabolismo y activan mis enzimas y las hormonas: auxinas y citocininas se ponen a trabajar y provocan mi crecimiento. Noto cómo se inicia una metamorfosis y mi estructura interior se va dividiendo célula a célula. Es mucha la actividad, la agitación, la efervescencia a la que estoy sometido. Percibo como si algo grandioso se estuviera forjando en mi interior, algo que trata de salir con una fuerza tremenda, que busca la salida tanteando a ciegas todo lo que me rodea y que no se detendrá hasta alcanzar la luz. Paralelamente comienzo a estirar los brazos, las piernas. ¡Qué digo! Son raíces que surgen de mi pequeña estructura y que escarban el suelo hostil hasta fijarse como anclas a la tierra. Con ellas bebo lentamente las gotas del rocío y toda la humedad que puedo, bombeándola desde los capilares hasta el apéndice superior que crece y asciende, al cobrar energía y reponer las fuerzas. Casi a punto de alcanzar el exterior detecto el calor. El Sol ha calentado la tierra que me cubre, no mucho pero lo suficiente para obligarme a un esfuerzo final. Surjo al fin y contemplo cómo mi silueta, de forma casi imperceptible, muy discreta, comienza a forma parte del paisaje, allí, a ras de suelo.