Economía y cultura religiosa en tiempos del imperio británico
En efecto, las diferencias sociales entre musulmanes e hindúes no era poca en tiempos del imperio. Además, muy pronto se sumaron nuevas diferencias de origen económico. Los hindúes fueron más veloces para comprender las ventajas que podrían alcanzar gracias a la educación británica y el pensamiento occidental. Lo dicho se prueba a través del hecho de que si bien los ingleses podrían sentirse más cercanos a los musulmanes, fueron los hindúes lo que hicieron funcionar, a fin de cuentas, los engranajes del sistema administrativo británico. Se convirtieron en los financistas, en los hombres de negocios. Monopolizaron los seguros, la banca, el comercio y las escasas industrias nacientes. Casi todos los prestamistas eran de origen hindú, en parte a causa de sus aptitudes pero también porque la ley del Corán les prohibía practicar la usura.
Los grandes burgueses musulmanes, muchos de los cuales descendían de los conquistadores mongoles, continuaban siendo, cuando lo elegían el oficio de las armas, grandes terratenientes. Pero las masas musulmanas, rara vez habían escapado a la condición de parias que tenían dentro del hinduismo antes de su conversión al Islam. Y así, volverán a encontrarse en los campos, campesinos sin tierra, condenados a la explotación de los grandes terratenientes o bien en las ciudades como pequeños artesanos al servicio, generalmente de comerciantes hindúes.
La desigualdad económica, en parte consecuencia de la cultura religiosa de unos y otros, ahondaría el abismo religioso y social que separaba a ambas comunidades y que confluyó en la creación del estado de Pakistán.
En efecto, las diferencias sociales entre musulmanes e hindúes no era poca en tiempos del imperio. Además, muy pronto se sumaron nuevas diferencias de origen económico. Los hindúes fueron más veloces para comprender las ventajas que podrían alcanzar gracias a la educación británica y el pensamiento occidental. Lo dicho se prueba a través del hecho de que si bien los ingleses podrían sentirse más cercanos a los musulmanes, fueron los hindúes lo que hicieron funcionar, a fin de cuentas, los engranajes del sistema administrativo británico. Se convirtieron en los financistas, en los hombres de negocios. Monopolizaron los seguros, la banca, el comercio y las escasas industrias nacientes. Casi todos los prestamistas eran de origen hindú, en parte a causa de sus aptitudes pero también porque la ley del Corán les prohibía practicar la usura.
Los grandes burgueses musulmanes, muchos de los cuales descendían de los conquistadores mongoles, continuaban siendo, cuando lo elegían el oficio de las armas, grandes terratenientes. Pero las masas musulmanas, rara vez habían escapado a la condición de parias que tenían dentro del hinduismo antes de su conversión al Islam. Y así, volverán a encontrarse en los campos, campesinos sin tierra, condenados a la explotación de los grandes terratenientes o bien en las ciudades como pequeños artesanos al servicio, generalmente de comerciantes hindúes.
La desigualdad económica, en parte consecuencia de la cultura religiosa de unos y otros, ahondaría el abismo religioso y social que separaba a ambas comunidades y que confluyó en la creación del estado de Pakistán.