Heracles y el León de Nemea
El primer trabajo que Euristeo le encomendó fue que trajera la piel del León de Nemea.
Heracles salió en su búsqueda muy bien armado.
Cuando encontró al León, le disparó todas sus flechas, pero la piel era tan gruesa que no logró atravesarlo.
Entonces recurrió a su enorme maza y le pegó con ella en la cabeza mientras profería toda clase de gritos.
El León, confundido, se metió en su cueva. Esta cueva, cavada en la montaña tenía dos entradas. Heracles, juntó muchas rocas y las amontonó sobre una de las entradas hasta taparla totalmente y luego entró a la cueva armado de una flecha de acero afilada y su potente maza.
Cuando el león lo vio, abrió su enorme boca, mostrando sus afilados dientes, con las crines de su espalda de punta.
Heracles, entonces, se abalanzó descargando la maza sobre la cabeza del león dejándolo mal herido pero todavía vivo. Luego se trenzó en una lucha cuerpo a cuerpo. Con sus potentes brazos, lo apretó hasta asfixiarlo por completo.
Una vez muerto el león, le arrancó la piel y se la colocó sobre sus hombros como si fuera una coraza y volvió ante la presencia de Euristeo.
El primer trabajo que Euristeo le encomendó fue que trajera la piel del León de Nemea.
Heracles salió en su búsqueda muy bien armado.
Cuando encontró al León, le disparó todas sus flechas, pero la piel era tan gruesa que no logró atravesarlo.
Entonces recurrió a su enorme maza y le pegó con ella en la cabeza mientras profería toda clase de gritos.
El León, confundido, se metió en su cueva. Esta cueva, cavada en la montaña tenía dos entradas. Heracles, juntó muchas rocas y las amontonó sobre una de las entradas hasta taparla totalmente y luego entró a la cueva armado de una flecha de acero afilada y su potente maza.
Cuando el león lo vio, abrió su enorme boca, mostrando sus afilados dientes, con las crines de su espalda de punta.
Heracles, entonces, se abalanzó descargando la maza sobre la cabeza del león dejándolo mal herido pero todavía vivo. Luego se trenzó en una lucha cuerpo a cuerpo. Con sus potentes brazos, lo apretó hasta asfixiarlo por completo.
Una vez muerto el león, le arrancó la piel y se la colocó sobre sus hombros como si fuera una coraza y volvió ante la presencia de Euristeo.