Heracles y los Caballos de Diomedes
Euristeo, le encargó otra difícil tarea a Heracles. Esta vez debía traerle los caballos de Diomedes.
Diomedes, era hijo de Ares, era muy sanguinario. El tenía un establo con una manda de caballos que escupían fuego por la boca. Diomedes, los alimentaba con los extranjeros náufragos que llegaban a las playas de la isla.
Heracles se embarcó a Tracia con un grupo de amigos.
Cuando llegaron, se dirigieron inmediatamente a los establos de Diomedes, Atacaron a los sirvientes que cuidaban el establo y luego fue en busca de Diomedes para arrojarlo en medio del pesebre de bronce donde comían los caballos. De esa manera sufriría en carne propia el mismo castigo que empleaba con los pobres náufragos. Los caballos lo devoraron al instante.
Mas tarde, los condujo con la ayuda de sus amigos hasta el palacio de Euristeo.
Euristeo, le encargó otra difícil tarea a Heracles. Esta vez debía traerle los caballos de Diomedes.
Diomedes, era hijo de Ares, era muy sanguinario. El tenía un establo con una manda de caballos que escupían fuego por la boca. Diomedes, los alimentaba con los extranjeros náufragos que llegaban a las playas de la isla.
Heracles se embarcó a Tracia con un grupo de amigos.
Cuando llegaron, se dirigieron inmediatamente a los establos de Diomedes, Atacaron a los sirvientes que cuidaban el establo y luego fue en busca de Diomedes para arrojarlo en medio del pesebre de bronce donde comían los caballos. De esa manera sufriría en carne propia el mismo castigo que empleaba con los pobres náufragos. Los caballos lo devoraron al instante.
Mas tarde, los condujo con la ayuda de sus amigos hasta el palacio de Euristeo.