Herman Melville no destacó como figura literaria hasta mucho después de su muerte, en 1891. Se había desilusionado tanto por el fracaso comercial de Moby Dick (1851) y otra novelas, que renunció a la pluma y se convirtió en un oscuro empleado en la administración de aduanas de Nueva York. Su Bill Budd ni siquiera fue publicado antes de 1924.