Sir Walter Scott fue un escritor muy prolífico, que obtuvo con sus obras fama y éxito. Por desgracia, invirtió casi toda su recién ganada riqueza en empresas editoriales que fracasaron con la depresión de 1826. Scott contrajo deudas por la estremecedora cantidad de 130,000 libras esterlinas, y dedicó el resto de su vida a escribir para pagarlas. Con el paso del tiempo murieron su esposa, su hijo y su nieto, y él sufrió varios ataques cardíacos; pero hasta el último acreedor fue pagado totalmente.