AZULEJO.
Planta herbácea de la familia de las compuestas, que puede ser anual o bienal. Por término medio, no suele pasar del metro de altura. Sus tallos son delgados y flexibles y sus hojas largas y estrechas, denticuladas y blanquecinas. Posee unas cabezuelas ovoides, con el involucro de hojas o brácteas bien solapadas, estrechas, y con un apéndice apical ciliado. En esta cabezuela hay flores de dos clases: las periféricas, que son muy ostentosas y de un color azul intenso, y las del centro, mucho menores y de color púrpura azulado.
Procede de Oriente y se distribuyó ampliamente junto con numerosos cereales de aquellas tierras. Florece en primavera. Para uso medicinal se recolectan los capítulos florales, en concreto las flores radiales; cuanto más azules sean, más concentración en principios activos tendrán. Se secan lo más esparcidas posible y en lugar ventilado para que pierdan rápidamente la humedad.
En el azulejo o aciano encontramos mucílago, taninos, flavonoides y abundantes pigmentos colorantes, entre los cuales cabe destacar la cianina. También aparece un principio amargo y abundantes sales minerales. Se ha considerado que el principio amargo actúa como aperitivo y eupéptico. Los flavonoides y las sales minerales confieren a la planta propiedades diuréticas. En la composición aparecen unos compuestos que tienen virtudes antibióticas, antipiréticas y antiinflamatorias. Pero sin duda el empleo popular más característico de esta hierba se da en el campo de la oftalmología. Así, se dice que el agua de aciano resulta estupenda no solo para curar la mayor parte de las dolencias de ojos- sobre todo las que se acompañan de inflamación- sino también para fortalecer, aclarar y conservar la vista, especialmente en las personas de más edad. Esta acción puede estar relacionada con los pigmentos encontrados, que tienen propiedades para mejorar la circulación de los vasos capilares; esto contribuye a la regeneración de la capa vascular de la retina, aumentando así la agudeza visual. Por tanto, está indicada en cualquier problema ocular como conjuntivitis, blefaritis, etc. Además se usa en digestiones lentas, reumatismo, anorexia, varices hemorroides y fragilidad capilar.
Infusión: Una cucharada de postre por taza de agua hirviendo. Se pueden tomar hasta tres tazas al día. Esta misma infusión -extremando las condiciones higiénicas- se puede preparar para realizar baños oculares o bien para utilizar como colirio astringente. En el mercado farmacéutico se encuentra en distintas formas, como planta troceada y extracto vegetal.
Antibiótico: Diurético. Antiinflamatorio.
Planta herbácea de la familia de las compuestas, que puede ser anual o bienal. Por término medio, no suele pasar del metro de altura. Sus tallos son delgados y flexibles y sus hojas largas y estrechas, denticuladas y blanquecinas. Posee unas cabezuelas ovoides, con el involucro de hojas o brácteas bien solapadas, estrechas, y con un apéndice apical ciliado. En esta cabezuela hay flores de dos clases: las periféricas, que son muy ostentosas y de un color azul intenso, y las del centro, mucho menores y de color púrpura azulado.
Procede de Oriente y se distribuyó ampliamente junto con numerosos cereales de aquellas tierras. Florece en primavera. Para uso medicinal se recolectan los capítulos florales, en concreto las flores radiales; cuanto más azules sean, más concentración en principios activos tendrán. Se secan lo más esparcidas posible y en lugar ventilado para que pierdan rápidamente la humedad.
En el azulejo o aciano encontramos mucílago, taninos, flavonoides y abundantes pigmentos colorantes, entre los cuales cabe destacar la cianina. También aparece un principio amargo y abundantes sales minerales. Se ha considerado que el principio amargo actúa como aperitivo y eupéptico. Los flavonoides y las sales minerales confieren a la planta propiedades diuréticas. En la composición aparecen unos compuestos que tienen virtudes antibióticas, antipiréticas y antiinflamatorias. Pero sin duda el empleo popular más característico de esta hierba se da en el campo de la oftalmología. Así, se dice que el agua de aciano resulta estupenda no solo para curar la mayor parte de las dolencias de ojos- sobre todo las que se acompañan de inflamación- sino también para fortalecer, aclarar y conservar la vista, especialmente en las personas de más edad. Esta acción puede estar relacionada con los pigmentos encontrados, que tienen propiedades para mejorar la circulación de los vasos capilares; esto contribuye a la regeneración de la capa vascular de la retina, aumentando así la agudeza visual. Por tanto, está indicada en cualquier problema ocular como conjuntivitis, blefaritis, etc. Además se usa en digestiones lentas, reumatismo, anorexia, varices hemorroides y fragilidad capilar.
Infusión: Una cucharada de postre por taza de agua hirviendo. Se pueden tomar hasta tres tazas al día. Esta misma infusión -extremando las condiciones higiénicas- se puede preparar para realizar baños oculares o bien para utilizar como colirio astringente. En el mercado farmacéutico se encuentra en distintas formas, como planta troceada y extracto vegetal.
Antibiótico: Diurético. Antiinflamatorio.