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FRANCIA 1998
El último mundial del siglo contó en su ronda clasificatoria con más de 170 países que luchaban por un lugar en el torneo. Finalmente fueron 32, el mayor número de la historia, los países que participaron en esta Copa. Los encuentros fueron jugados en diez estadios franceses, construidos o remolados para la ocasión.
La Copa del Mundo de Francia 1998 fue multitudinaria en cuanto a sus espectadores. El aspecto más destacable fue la presencia de un fútbol bien jugado, que tuvo en el campeón, Francia, su mejor representante. En esto tuvo que ver la reglamentación de la FIFA, que aplicando el fair play (juego limpio), busca sancionar duramente a los jugadores que juegan de forma brusca y desleal.
Si bien los preparativos del mundial fueron excelentes, no todo se pudo controlar, por ejemplo los gravísimos incidentes protagonizados por los hooligans, los hinchas ingleses, que mancharon las calles de Francia con su descontrolada violencia, que solo se apagó cuando retornaron a su país.
Este torneo premió a las selecciones que ofrecieron la mejor propuesta de ataque y juego: Francia, Brasil, Croacia, la revelación del torneo, y Holanda, los cuatro primeros. Otros equipos que no llegaron tan lejos pero que igualmente cumplieron un digno papel fueron Dinamarca, Chile, México y Nigeria. La contracara fueron principalmente las selecciones de Argentina, Alemania e Italia, que fueron equipos especulativos y jugaron un juego sustentado en la fuerza y el golpe.
No fue un mundial con grandes figuras. Pero las más destacadas no fueron las que más se esperaban, como es el caso del colombiano Valderrama, del brasileño Ronaldo, o del rumano Hagi, que jugaron lejos de su nivel. Entre los jugadores más sobresalientes se encuentran Zinedine Zidane, que fue fundamental para llevar a su equipo, Francia, a la gloria. Otro gran jugador fue el croata Davor Suker, goleador del torneo. Otros jóvenes futbolistas que sobresalieron por su buen juego fueron el argentino Ariel “burrito” Ortega, el inglés Michael Owen, y el francés Thierry Henry.
Entre los partidos más recordados de este torneo quizá se encuentre el disputado entre Argentina e Inglaterra en los octavos de final. Durante los primeros diez minutos del mismo se cobró un penal para cada equipo. Un gol de Michael Owen puso a los europeos en ventaja, pero luego Javier Zanetti empató el partido. En el segundo tiempo el inglés David Beckham fue expulsado y el árbitro anuló un gol de su compañero Sol Campbell. Finalmente el encuentro se decidió por penales, en los cuales el arquero argentino Roa atajó el quinto de ellos, logrando que su equipo avanzara hacia los cuartos de final.
Francia tal vez tuvo su partido más duro en octavos de final cuando enfrentó a Paraguay. Logró avanzar a los cuartos gracias al “gol de oro” que convirtió el jugador Laurent Blanc, hasta ahora el único de los mundiales.
La final entre Francia y Brasil sacó a relucir el impecable ataque y defensa de los locales que controlaron a sus rivales en todo momento. Brasil jugó un partido para el olvido, en el que Francia prácticamente lo borró de la cancha. Finalmente, más de 1,5 millón de personas celebraron el triunfo de su equipo en las calles francesas, en vísperas del 14 de julio, día de la toma de la Bastilla.
El último mundial del siglo contó en su ronda clasificatoria con más de 170 países que luchaban por un lugar en el torneo. Finalmente fueron 32, el mayor número de la historia, los países que participaron en esta Copa. Los encuentros fueron jugados en diez estadios franceses, construidos o remolados para la ocasión.
La Copa del Mundo de Francia 1998 fue multitudinaria en cuanto a sus espectadores. El aspecto más destacable fue la presencia de un fútbol bien jugado, que tuvo en el campeón, Francia, su mejor representante. En esto tuvo que ver la reglamentación de la FIFA, que aplicando el fair play (juego limpio), busca sancionar duramente a los jugadores que juegan de forma brusca y desleal.
Si bien los preparativos del mundial fueron excelentes, no todo se pudo controlar, por ejemplo los gravísimos incidentes protagonizados por los hooligans, los hinchas ingleses, que mancharon las calles de Francia con su descontrolada violencia, que solo se apagó cuando retornaron a su país.
Este torneo premió a las selecciones que ofrecieron la mejor propuesta de ataque y juego: Francia, Brasil, Croacia, la revelación del torneo, y Holanda, los cuatro primeros. Otros equipos que no llegaron tan lejos pero que igualmente cumplieron un digno papel fueron Dinamarca, Chile, México y Nigeria. La contracara fueron principalmente las selecciones de Argentina, Alemania e Italia, que fueron equipos especulativos y jugaron un juego sustentado en la fuerza y el golpe.
No fue un mundial con grandes figuras. Pero las más destacadas no fueron las que más se esperaban, como es el caso del colombiano Valderrama, del brasileño Ronaldo, o del rumano Hagi, que jugaron lejos de su nivel. Entre los jugadores más sobresalientes se encuentran Zinedine Zidane, que fue fundamental para llevar a su equipo, Francia, a la gloria. Otro gran jugador fue el croata Davor Suker, goleador del torneo. Otros jóvenes futbolistas que sobresalieron por su buen juego fueron el argentino Ariel “burrito” Ortega, el inglés Michael Owen, y el francés Thierry Henry.
Entre los partidos más recordados de este torneo quizá se encuentre el disputado entre Argentina e Inglaterra en los octavos de final. Durante los primeros diez minutos del mismo se cobró un penal para cada equipo. Un gol de Michael Owen puso a los europeos en ventaja, pero luego Javier Zanetti empató el partido. En el segundo tiempo el inglés David Beckham fue expulsado y el árbitro anuló un gol de su compañero Sol Campbell. Finalmente el encuentro se decidió por penales, en los cuales el arquero argentino Roa atajó el quinto de ellos, logrando que su equipo avanzara hacia los cuartos de final.
Francia tal vez tuvo su partido más duro en octavos de final cuando enfrentó a Paraguay. Logró avanzar a los cuartos gracias al “gol de oro” que convirtió el jugador Laurent Blanc, hasta ahora el único de los mundiales.
La final entre Francia y Brasil sacó a relucir el impecable ataque y defensa de los locales que controlaron a sus rivales en todo momento. Brasil jugó un partido para el olvido, en el que Francia prácticamente lo borró de la cancha. Finalmente, más de 1,5 millón de personas celebraron el triunfo de su equipo en las calles francesas, en vísperas del 14 de julio, día de la toma de la Bastilla.