Que semana santa mas larga llevan algunos, la penitencia se esta haciendo larga
El año pasado se requirió la presencia del médico rural que ejercía en la zona de Villagarcía de Arosa (Pontevedra, Galicia). Varios familiares llegaron a la consulta del médico diciendo que la abuela «no atendía a razones» y «que estaba despistada y muy rara». Al llegar a la casa, la anciana estaba postrada en el suelo con los ojos abiertos como platos. El médico comprobó sus constantes vitales y confirmó a la familia que lo que le ocurría a la «abuela» era que había fallecido (muy plácidamente, eso sí).
Abre la boca y no protestes, Manolo
El mismo galeno atendió en cierta ocasión a un señor que tenía una dolencia (no recuerdo cuál). Éste acudió con su esposa a la consulta y, como buena gallega, la señora era la que se encargaba de hablar y contarle todos los padecimientos al médico. El médico examinó al paciente y le extendió una receta que ponía algo así como:
— «Medicamento tal y cual: una pastilla al día con 2 o 3 galletas».
Como el medicamento era muy fuerte, el médico le indicó que debía tomarlo con dos o tres galletas para que no afectase mucho al estómago. No había pasado ni 24 horas y la señora ya lo estaba telefoneando. Esto fue lo que le dijo al médico: «Mi marido aguanta hasta 45 galletas, pero a partir de ahí ya no le entran más, no hay manera, doctor». Obviamente, el doctor debió acentuar la letra «o» en su receta para evitar malentendidos, pues la señora se gastó su dinerito en comprar varias cajas de galletas y se obstinaba en administrarle al marido 203 galletas...
El mismo galeno atendió en cierta ocasión a un señor que tenía una dolencia (no recuerdo cuál). Éste acudió con su esposa a la consulta y, como buena gallega, la señora era la que se encargaba de hablar y contarle todos los padecimientos al médico. El médico examinó al paciente y le extendió una receta que ponía algo así como:
— «Medicamento tal y cual: una pastilla al día con 2 o 3 galletas».
Como el medicamento era muy fuerte, el médico le indicó que debía tomarlo con dos o tres galletas para que no afectase mucho al estómago. No había pasado ni 24 horas y la señora ya lo estaba telefoneando. Esto fue lo que le dijo al médico: «Mi marido aguanta hasta 45 galletas, pero a partir de ahí ya no le entran más, no hay manera, doctor». Obviamente, el doctor debió acentuar la letra «o» en su receta para evitar malentendidos, pues la señora se gastó su dinerito en comprar varias cajas de galletas y se obstinaba en administrarle al marido 203 galletas...