El sacerdote de nuestra parroquia anunció un domingo que nos iba a repartir unas cruces de palma en miniatura.
-Coloquen la cruz en el cuarto donde su familia discuta o riña con más frecuencia -aconsejó-. Cuando la miren, les recordará que Dios los está observando.
Al salir de la iglesia, una mujer que iba delante de mí se acercó al párroco, lo saludó de mano y le dijo:
-Padre, a mí déme cinco, por favor.
-Coloquen la cruz en el cuarto donde su familia discuta o riña con más frecuencia -aconsejó-. Cuando la miren, les recordará que Dios los está observando.
Al salir de la iglesia, una mujer que iba delante de mí se acercó al párroco, lo saludó de mano y le dijo:
-Padre, a mí déme cinco, por favor.