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FREILA: Dámaso Alonso. Nació en Madrid, en 1898. Fue Catedrático...

Dámaso Alonso. Nació en Madrid, en 1898. Fue Catedrático de la Universidad de Valencia y de la de Madrid, en la que desempeñó, desde la jubilación de Menéndez Pidal -de quien fue discípulo y colaborador- y hasta 1968, la Cátedra de Filología Románica. Ese mismo año fue elegido Presidente de la Real Academia Española. En 1978 recibió el Premio Cervantes. Muere en Madrid, en 1989, tras una fecunda vida dedicada a la docencia -fue profesor y conferenciante en las principales universidades de Europa y América-, a la investigación y crítica -autor de rigurosos estudios de Lingüística y de trabajos de análisis estilístico de nuestra lírica medieval y contemporánea-, así como a la creación poética, que cultiva "a rachas", según su propia expresión.
Sólo la producción inicial de Dámaso Alonso -Poemas puros. Poemillas de la ciudad (Madrid, editorial Galatea, 1921)- queda adscrita a la Generación del 27, con cuyos miembros le une una fraternal amistad. La madurez poética de Dámaso Alonso se produce tras la Guerra Civil, con Oscura noticia (Madrid, editorial Hispánica, 1944. Colección Adonais, núm. VII) y con Hijos de la ira (Madrid, editorial Revista de Occidente, 1944); libros a los que seguirán Hombre y Dios (Málaga, colección "El arroyo de los ángeles", 8; 1955), Gozos de la vista (Madrid, editorial Espasa-Calpe, 1981. Colección Austral, núm. 1639) y Duda y amor sobre el Ser Supremo (Madrid, editorial Cátedra, 1985. Colección Letras Hispánicas, núm. 228. Junto a esta obra se publica una selección poética titulada Antología de nuestro monstruoso mundo).
Hijos de la ira (Diario íntimo) es la obra más trascendental de la poesía de posguerra, y representa una decidida ruptura con la poesía esteticista y ajena a la realidad histórica que venía imperando en España. La obra es un claro exponente de la angustia que domina al hombre de nuestro tiempo, que no se siente a gusto en un mundo en el que reinan la crueldad, el odio y la injusticia. El lenguaje desgarrado y deliberadamente prosaico -que no excluye palabras "antipoéticas"-, los majestuosos versículos -que recuerdan el ritmo de los salmos bíblicos-, las imágenes con influjos surrealistas y esa preocupación constante por el corazón del hombre sitúan a la poesía de Dámaso Alonso -a la que él mismo califica de "desarraigada"- en una línea "existencial" que nada tiene que ver con el anacrónico bucolismo renacentista en el que se habían instalado algunos poetas imitadores de Garcilaso de la Vega. El libro de Alonso ejercerá una un fuerte influjo en la poesía española de posguerra y abrirá el camino a una poesía más dramáticamente humana; y de su tono de protesta ante la injusta realidad circundante derivará posteriormente la poesía social de Blas de Otero y de Gabriel Celaya.