Antes de estar instalada la enfermería y de quedar yo al servicio del doctor Klein, dije un día a mis compañeras de cautiverio quíen deberían evitar tener aspecto de enfermas. Aquel mism a, acompañaba más tarde al doctor Klein en su ronda médica. Era un hombre distinto de los demás S. S. Nunca gritaba y tenía buenas maneras. Una de las enfermas le dijo:
-Le agradecemos su amabilidad, Herr Oberarzt.
-Le agradecemos su amabilidad, Herr Oberarzt.